La guerra en Siria

Obama refuerza su alianza en el Golfo contra el Estado Islámico

Washington promete mantener la colaboración para garantizar la seguridad de sus aliados históricos. Las divergencias en la estrategia con respecto a Irán tensan la visita del presidente de EEUU a Riad

IDOYA NOAIN

Eel presidente de EEUU, Barack Obama, cerró ayer un viaje de dos días a Arabia Saudí y su cuarta y casi seguro última visita al reino volvió a poner en evidencia las complejidades no solo del puzle de Oriente Próximo, sino también de las dificultades en las relaciones de Washington con históricos aliados, especialmente desde que Obama apostó por la diplomacia para tratar con Irán.

La sombra del acuerdo con Teherán para frenar su programa nuclear militar planeó sobre las reuniones a puerta cerrada que Obama mantuvo con el rey saudí, Salman (el miércoles), y ayer con los seis miembros del Consejo de Seguridad del Golfo Pérsico (Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Bahrain y Omán). Y aunque el mandatario estadounidense se marchó con un acuerdo para reforzar la cooperación en la lucha contra el Estado Islámico (EI) y Al Qaeda y por su parte prometió mantener la colaboración para garantizar la seguridad de sus aliados históricos, las diferencias y las tensiones que llevan meses acumulándose quedaron de manifiesto, por más que el propio Obama declarara a la prensa que las tensiones "siempre se han sobredimensionado" e insistiera en que comparten "una visión general" y mantienen lo que definió como "diferencias sobre tácticas".

TURBULENCIAS Y GESTOS Ya el año pasado, cuando Obama organizó un encuentro en Camp David para explicar a estos mismos aliados las metas del acuerdo con Irán, el rey Salman se saltó la reunión. Desde que se firmó ese pacto no han cesado las críticas de los países árabes, que han optado por la estrategia opuesta del aislamiento para lidiar con Teherán y consideran que el acercamiento de Obama le está dando alas para incrementar su injerencia en la región. Y el ambiente previo a este viaje se enrareció aún más cuando Obama hizo en dos entrevistas comentarios críticos, denunciando que la rivalidad de las monarquías sunís con Irán está alimentando los conflictos sectarios, urgiendo a sus aliados a cambiar de estrategia y buscar una "paz fría" y llegando a sugerir que algunos aliados "no están dispuestos a jugarse la piel" involucrándose en el combate contra el extremismo y en la estabilización de la región pero sí esperan la ayuda de EEUU.

La atmósfera estaba enturbiada también por la tramitación en el Congreso de EEUU de una propuesta de ley que haría legalmente responsables a los saudís si se demuestra la vinculación de algún alto cargo con los atentados del 11-S y por las diferencias sobre el respeto a los derechos humanos, y las tensiones se han respirado también en gestos. Cuando Obama aterrizó el miércoles en Riad, por ejemplo, le fue a recibir el gobernador de la ciudad y no el monarca, que horas antes sí había ido al aeropuerto para dar la bienvenida a los líderes de los otros países del Golfo, cuya llegada, a diferencia de la de Obama, fue retransmitida en directo por televisión. Y aunque luego Obama y el rey mantuvieron una reunión de dos horas, se ha reconocido eufemísticamente que, en temas complejos como las violaciones de derechos humanos en Arabia Saudí, hubo un mero "intercambio de puntos de vista". El encuentro con los seis estados árabes del Golfo se calificó de "constructivo y fructífero" aunque también ahí chocaron las ideas. Mientras monarcas, emires y sultanes alertaban del riesgo de ser "naíf" con respecto a Irán, Obama volvió a pedir la "doble vía".

"Tenemos que tener la capacidad de entrar en un diálogo para reducir tensiones e identificar las formas en que las fuerzas más razonables dentro de Irán pueden negociar con los países en la región, con sus vecinos", dijo. En lo que coincidieron es en mostrar preocupación por la debilitada situación en que las luchas sectarias han puesto al primer ministro Haider al Abadi en Irak, y Obama se llevó el compromiso de los países del Golfo de reforzar su asistencia al país, aunque también reconoció que es demasiado pronto para saber cómo se usarán esos recursos. Abordaron también las oportunidades que representa el alto el fuego en Yemen y Siria, pese a reconocer su "fragilidad" y a mantener también diferencias sobre a cuáles de las facciones que se enfrentan a Bashar el Asad apoyar.

Tracking Pixel Contents