La decisión del 52% del electorado británico de dar una patada a Europa se ha vivido como un torpedo a la línea de flotación de las instituciones europeas. Todo el mundo era consciente de la posibilidad del brexit -acrónimo para designar la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE)- pero nadie se creía realmente que fuera a salir victorioso en el referéndum del 23 de junio. Ahora toca actuar cuanto antes y acordar una estrategia de salida para impedir la implosión del proyecto de integración europea, aunque los líderes de la UE asumen que el primer ministro británico, David Cameron, no activará el proceso de divorcio en el Consejo Europeo que arranca mañana en Bruselas.

Las primeras horas nada más conocer el resultado fueron de absoluto estupor en los pasillos de las instituciones europeas. Un sentimiento que derivó en un colosal enfado de los principales dirigentes hacia Cameron por haber utilizado esta consulta como instrumento político para solventar las rencillas internas de los tories y haber puesto el proyecto europeo al borde del precipicio. Tanto el presidente de la Comisión Europea como el de la Eurocámara, Jean-Claude Juncker y Martin Schulz, respectivamente, lanzaron sendos llamamientos a Londres para que iniciara «lo antes posible» la desconexión -con la activación del artículo 50 del Tratado, que regula el proceso de divorcio- y evitar así «una incertidumbre perjudicial para todos».

En la capital británica, sin embargo, quieren darse tiempo y el presidente de la UE, Donald Tusk, en línea con la postura de «calma» y «moderación» que defiende la cancillera alemana, Angela Merkel, es partidario de dárselo. «No es realista pretender que se va a activar este martes. Será lo antes posible, pero no este martes por la crisis en el Reino Unido», sostiene un alto diplomático europeo sobre cuándo esperan recibir la notificación oficial del Reino Unido de su intención de salir de la UE. «Todo el mundo entiende que hay una crisis significativa. No solo del partido en el Gobierno, es más profunda. Tusk ha hablado con representantes de los 27 estados miembros y hay un amplio entendimiento de por qué no tendrá lugar el martes», justifica sobre por qué no habrá presión a David Cameron en esta cumbre.

PRIMA LA LÍNEA DE MERKEL / La cancillera alemana ya ha dejado claro que considera necesario «analizar y evaluar la situación con calma y prudencia» y «tomar conjuntamente las buenas decisiones», y esa es la línea que primará Tusk en la cumbre. Ambos dirigentes se reunirán hoy en Berlín en una ronda de contactos preparatorios que también llevará a la capital alemana al primer ministro italiano, Matteo Renzi, y al presidente francés, François Hollande, que además se reunirá en París con Tusk. La agenda del dirigente polaco también incluye reuniones con el presidente checo, Bohuslav Sobotka, y con el primer ministro holandés, Mark Rutte, para preparar la cumbre.

La cita arrancará mañana a las cuatro de la tarde con el tradicional debate que mantienen con el presidente del Parlamento Europeo y el plato fuerte llegará en la cena. Ese es el momento en el que David Cameron deberá hacer una presentación sobre el resultado del referéndum y la situación política en el Reino Unido. Los dirigentes europeos esperan que este primer encuentro permita empezar a aclarar algunas de las muchas incógnitas que rodean al brexit: desde el calendario de la desconexión hasta el tipo de relación para el futuro.

Tras el varapalo del viernes, Tusk optó por modificar la agenda y la segunda sesión del Consejo se convertirá en un simbólico encuentro informal de los 27 líderes europeos, sin Cameron. Una cita con un doble objetivo: mantener una primera discusión sobre el proceso de divorcio y empezar a discutir el futuro de los Veintisiete. «Es importante enviar un mensaje claro de que la UE controla la situación. De que no habrá vacío legal», sostienen.

Para ello la maquinaria europea ya se ha puesto en marcha con una reunión preparatoria a nivel de embajadores ayer en Bruselas. Una cita en la que no participó el embajador británico y cuya no invitación, según un alto diplomático, Londres entiende. «Si están en la lógica de salir, los 27 tenemos que prepararnos para ese paso», subrayan. En los pasillos tienen claro que no habrá negociación de ningún tipo, ni sobre el proceso ni sobre la posible futura relación con la UE, hasta que Londres notifique oficialmente su intención de salir. «Mientras no haya notificación, no habrá negociación, pero estamos dispuestos a entrar con rapidez porque es en interés del Reino Unido y de la UE y trabajamos en la asunción de que el Reino Unido está en el camino de salida», aseguran.

La sensación, por tanto, es de que este Consejo Europeo será importante políticamente pero no decisivo. «Tendremos más claridad el martes. Nuestro plan no es perder el tiempo. Está claro que hay que tomar decisiones con rapidez», sostienen. De momento, la secretaría general del Consejo ya ha puesto en marcha el equipo diplomático de alto nivel, con el belga Didier Seeuws a la cabeza, encargado de negociar con Londres, lo mismo que han hecho otras capitales. H