No han pasado ni tres días desde el referéndum que ha dejado en estado de shock a Europa y muchos británicos que votaron a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea empiezan a retractarse. El mensaje de los dirigentes europeos ha sido claro y unánime: el brexit significa fuera y las negociaciones del divorcio deben arrancar cuanto antes para evitar que la crisis política interna que ha dividido a los británicos contagie a otros estados miembros donde hay voces que reclaman también su propia consulta como Holanda o Francia. Ninguna de las alternativas hará que el trámite sea menos costoso pero el resultado es que todas terminarán rompiendo los 43 años de matrimonio. Estos son algunos de los modelos posibles.

El modelo noruego

Una vez que Reino Unido abandone la Unión Europea podría sumarse al Espacio Económico Europeo (EEA) del que también forman parte Noruega, Islandia o Liechtenstein. Eso le dejaría al margen de muchas políticas europeas (agrícola, justicia e interior, exterior…) pero seguiría siendo parte del mercado interior y tendría que respetar la libre circulación de trabajadores. Se beneficiarían de las cuatro grandes libertades (personas, bienes, servicios y capitales) del mercado europeo pero estarían obligados a aplicar la legislación comunitaria, sin tener ni voz ni voto, y a contribuir con millones de libras también al presupuesto comunitario. Es decir, podrían salvar a la city de Londres como centro financiero, aunque tendrían que aplicar mucha legislación europea sin poder para influir en ella.

Una relación a la suiza

El modelo de relaciones entre la UE y Suiza es mucho más complejo que el que vincula a la UE con el espacio económico europeo. Están reguladas por entre 120 y 130 acuerdos bilaterales, negociados sector a sector, que implican a Suiza en determinadas reglas del mercado interior pero no en todas. El Gobierno suizo está obligado a hacer su aportación al presupuesto comunitario -la mitad de lo que paga actualmente el Reino Unido- pero cada vez que se modifica la legislación europea, ambos bloques están obligados a renegociar los acuerdos. A la UE le gustaría evolucionar hacia un sistema más parecido al que rige las relaciones con Noruega pero Ginebra no quiere.

Pacto a la canadiense

Otra de las opciones sobre la mesa es la negociación de acuerdo de libre comercio, similar al que la UE ha firmado con Canadá. Este pacto da a los canadienses un acceso parcial al mercado comunitario con algunas excepciones. No obligaría a Londres a respetar la libre circulación de trabajadores ni a pagar una contribución al presupuesto de la UE, pero su acceso al mercado sería mucho más limitado. Otra opción sería aplicar las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) lo que significa que los productos británicos tendrían que pagar un arancel aduanero de entre el 10% y el 20% por exportar a la UE, lo mismo que otros países terceros.

El camino de Turquía

Aunque no parece una de las mejores soluciones, otra opción es que Reino Unido acepte un acuerdo de asociación como el que tiene la UE con Turquía, que incluye una unión aduanera. En este caso los productos británicos tendrían que pagar arancel por entrar en la UE, pero Londres no tendría tampoco libertad para definir los aranceles al exterior, tendría que acatar las decisiones europeas y aceptar acuerdos preferenciales entre la UE y terceros países. H