Quebec ha dicho adiós a la vieja política. Los dos partidos que se han alternado en el poder de la provincia francófona de Canadá desde 1970 sufrieron el lunes una sonora derrota en las elecciones regionales. La Coalición Avenir Québec (CAQ), una formación de centroderecha creada hace solo siete años por el empresario François Legault, obtuvo la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional tras haber sabido capitalizar las ansias de cambio del electorado. La segunda plaza fue para el Partido Liberal del primer ministro Phillip Couillard, que ha acusado el desgaste de casi tres lustros de hegemonía. Pero el gran naufragio lo ha protagonizado el Partido Quebequés (PQ), el buque insignia del independentismo, que se hundió con el peor resultado en 40 años.

A medida que avanzaba la noche, el cuartel general de los separatistas en Montreal fue lo más parecido a un funeral. Por momentos sus responsables desconectaron de la pantalla los resultados que iban dando las televisiones canadienses para poner música, como si buscaran una terapia sonora para digerir la catástrofe. De encabezar la oposición en la última legislatura, el PQ pasa a ser una formación marginal en la nueva Asamblea Nacional, con solo nueve escaños de 125, tres menos de los que se necesitan para tener estatus oficial de partido. Obtuvo el 17% de los votos, menos de la mitad que en las elecciones anticipadas del 2012. «No hemos obtenido los resultados que esperábamos», dijo Jean-François Lisée, su jefe de filas. «Yo asumo buena parte de la responsabilidad». Lisée ni siquiera fue reelegido en su escaño de diputado y poco después anunció su dimisión al frente de la formación secesionista. Sigue los pasos de su predecesora en el cargo, Pauline Marois, que tiró la toalla tras unos resultados bastante mejores en el 2014. Esta vez sus expectativas eran mucho más bajas.

El debate soberanista estuvo prácticamente ausente de la campaña, tras ser durante casi medio siglo el elemento central de las elecciones quebequesas. El propio PQ tuvo que reconocer que actualmente no se dan las condiciones para repetir los referendos de independencia que la provincia celebró en 1980 y 1995 con el consentimiento del Gobierno federal. El secesionismo se ha hecho viejo y no logra reactivar su cantera. Una encuesta reciente de Ipsos afirmaba que solo un 19% de los quebequeses entre 18 y 25 años se considera independentista. «Los jóvenes de hoy hablan dos o tres idiomas, viajan por todo el mundo y no consideran que la independencia sea prioritaria. Lo que más les preocupa es el medioambiente», dice en una entrevista Claire Durand, profesora de Sociología en la Universidad de Montreal.

Muchos agravios que alimentaban el soberanismo han ido difuminándose, en parte por el éxito de las políticas de los gobiernos del PQ, según Durand. Desde una economía que castigaba a los francófonos, a unas políticas educativas que favorecían el inglés como lengua integradora para los nuevos inmigrantes. A lo que habría que sumar la decisión adoptada en el 2006 por el Parlamento canadiense para reconocer a los quebequeses como «una nación dentro de una Canadá unida».