Hollywood tiene una larga historia de uso de su poder político y económico. Ahora, conforme en los estados gobernados por conservadores de Estados Unidos se intensifica la cruzada contra el derecho al aborto con draconianas leyes, la poderosa industria quiere colaborar en reescribir el guion. El escenario de la última batalla es Georgia, el estado sureño que con sus generosos incentivos fiscales se ha convertido en la última década en el llamado "Hollywood del sur", Y'Allywood en la jerga local. Y más allá de anuncios y llamadas al boicot personales de varios directores e intérpretes, son ya dos de los grandes estudios, Netflix y Disney, los que amenazan con sacar sus rodajes de allí por la polémica ley HB481, firmada por el gobernador republicano Brian Kemp, que trata de prohibir el aborto una vez que se detecte actividad eléctrica en las células fetales, algo que puede ocurrir tan pronto como a las seis semanas de gestación, cuando hay mujeres que ni siquiera saben que están embarazadas.

El lunes fue Ted Sarandos, el responsable de contenidos de Netflix, quien avisó de que si la ley entra en vigor en enero dejarán el estado donde se rueda 'Ozark' y también se grabó 'Stranger Things'. Y el miércoles fue Bob Iger, consejero delegado de Disney, quien advirtió de que será "muy difícil" seguir trabajando en el territorio donde se crearon, por ejemplo, los mundos de 'Black Panther' y 'Avengers: End Game'. "Mucha gente que trabaja para nosotros no querrá trabajar allí y tendremos que respetar sus deseos", declaró Igers a Reuters.

Las advertencias son palabras mayores para Georgia, que el año pasado acogió 455 producciones, el anterior se benefició de ingresos directos de 2.700 millones de dólares por los rodajes y donde se calcula que la industria audiovisual crea 92.000 puestos de trabajo.

REACCIÓN MÁS TENUE

La carta del potencial boicot ya la ha jugado antes y con éxito Hollywood en Georgia, donde en el 2016 contribuyó a frenar una ley de "libertad religiosa" ampliamente considerada homófoba. Y la presión del mundo del entretenimiento también se ha dejado sentir en los últimos años en otros estados como Carolina del Norte, que boicotearon artistas de toda índole, incluyendo músicos como Bruce Springsteen, para tratar de frenar una ley tránsfoba que solo se llegó a suavizar.

El aborto, no obstante, se confirma como un tema más conflictivo incluso para Hollywood. Y la respuesta a la última ley de Georgia no está siendo ni tan rápida y contundente ni tan unida como las de las normas que afectaban a la comunidad LGTBI. Según algunos expertos, parte de ese silencio se debe a que muchos pesos pesados de la industria confían en que los tribunales paralicen la polémica ley. Y más allá de Netflix y Disney, por ahora, no hay noticias de otros grandes estudios, un mutismo que se replica en el mundo de las grandes corporaciones, que también están reaccionando de foma más tenue que contra las leyes homófobas y tránsfobas previas.

Individualmente las respuestas varían también. La directora Reed Morano y la actriz Kristin Wiig, por ejemplo, han suspendido planes de rodar en Georgia una serie para Amazon y una comedia de Lionsgate, respectivamente. Otros como el director Ron Howard mantienen sus proyectos pero avisan de que se marcharán si la ley entra en vigor. Y actores como Alec Baldwin, Don Cheadle y Ben Stiller han estampado su firma junto a docenas más en una carta al gobernador avisando de que lucharán por el boicot si la ley entra en vigor, lo que les valió ser denostados por Kemp como "famosos de tercera".

Hay quienes optan por otra vía. J. J. Abrams y Jordan Peele, por ejemplo, han decidido mantener la producción de una serie para HBO en Georgia aunque no sin expresar su rechazo a la ley y anunciar que donarán sus ganancias personales tanto a la Unión Americana de Libertades Civiles, que lucha contra la ley en los tribunales, y Fair Fight Georgia, un grupo creado por Stacey Abrams, la demócrata que estuvo a punto de ganar las elecciones a Kemp y se ha convertido en figura de referencia para los progresistas de todo el país. Abrams hace unos días mostró su respeto a las llamadas al boicot en un tuit pero también dijo: "No creo que sea la opción más efectiva ni estratégica para el cambio".