Un clima cada vez más voluble y extremo y el programa verde que la Comisión Europea pretende iniciar en diciembre han originado en Italia unos vientos que por primera vez soplan a favor de una real transición ecológica de su economía. Roma quiere colocarse en el grupo de los países deseosos de invertir la tendencia antes de que sea demasiado tarde. Para ello, a pesar de su difícil situación económica (el PIB del país creció un 0,1% este año, según la última previsión), el nuevo Gobierno italiano ultima la puesta en marcha de una gran reforma verde en su última ley de presupuestos, cuyo debate en el Parlamento ya se encuentra en un estado avanzado.

La legislación en cuestión contempla un fondo de más de 4.000 millones de euros hasta 2023 para impulsar una serie de iniciativas que promuevan "la descarbonización, la economía circular, la regeneración urbana, el turismo sostenible y la prevención y mitigación de los riesgos derivados de la crisis climática", entre otras medidas. De igual manera, también analiza la posibilidad de emitir títulos de Estado verdes, una propuesta que será estudiada por una comisión creada ad hoc coordinada por el Ministerio de Economía italiano.

En pocos meses, desde que en septiembre el nuevo Ejecutivo italiano le dedicó un apartado entero a la puesta en marcha del llamado Nuevo Pacto Verde (New Green Deal, en inglés) en su programa de Gobierno, Roma insiste así en su objetivo de reducir el uso de los combustibles fósiles, tal como pide la Comisión Europea.

MEDIDAS "URGENTES"

Otro ejemplo es el decreto ley número 241, aprobado en octubre e integrado por una batería de medidas "urgentes" para hacer frente a "la crisis climática y a la contaminación ambiental", que incluye incentivos para la transición al coche eléctrico.

Ermete Realacci, ecologista italiano de viejo cuño, considera que la iniciativa es la señal de que "la clase política del país al fin ha despertado". "Italia es un país pobre de materias primas en el que muchas empresas se han orientado desde hace tiempo hacia estrategias de economía verde por razones de rentabilidad, a pesar de no tener el sostén del Estado", sostiene el ambientalista.

Según la organización que preside, Symbola, en los últimos 5 años, se ha llegado a un total de 345.000 empresas que invirtieron en proyectos verdes y 3,1 millones de trabajadores (el 13,4% del total) empleados en este sector. "Son cifras que se prevé que aumenten en los próximos años, puesto que las empresas que invirtieron en proyectos verdes están exportando más que las otras", afirma Realacci.

"EN ALERTA ROJA"

Como subrayan climatólogos como Massimiliano Fazzini, el tiempo se está agotando. "El país ya está en alerta roja", argumenta Fazzini, al hacer hincapié en que la crisis climática es particularmente dura en Italia por la frágil situación geológica del país, que también sufre de sacudidas sísmicas. "Basta pensar en todos los glaciares de los Alpes italianos que se están derritiendo y qué consecuencias tiene para el sector turístico", añade.

Por ello, Fazzini, como otros ecologistas y economistas, considera que la nueva conciencia ecológica que parece haber calado en el Gobierno es sólo el inicio de una transición que será compleja, larga y, probablemente, no exenta de contradicciones. "Necesitaríamos no de 20, sino de 20.000 millones de euros al año para revertir esta situación!", coincide Marcello Minenna, economista de la Universidad Bocconi. "El resto son migajas", sentencia.