La única ventaja del 2019 es que será mejor que el 2020. No es una cuestión de pesimismo, de la botella medio llena o medio vacía, o rota del todo, es un asunto de optimismo bien informado. Los malos han ganado todas las batallas. Vladimir Putin es el más listo de los malos, sin contar con el presidente chino, Xi Jinping, que es tan inteligente que ni nos hemos dado cuenta de que lo es. El líder ruso ha impuesto a Occidente sus intereses en Siria. EEUU va a remolque pese a ser el responsable de romper el mapa de Oriente Próximo con la invasión de Irak en el 2003.

El Kremlin 2.0 ha tomado la delantera en la ciberguerra. Sus ejércitos de 'hackers' han tratado de alterar, con mayor o menor acierto, que es algo que está por probar, el resultado de varias elecciones en EEUU y la UE, y han alentado crisis políticas en Francia, Reino Unido y España. Putin se ha beneficiado de la derechización de la política mundial pese a que muchos lo creen de izquierdas, una luminaria antiimperialista, como Basar el Asad, responsable de cientos de miles de civiles muertos, o Daniel Ortega y su consorte, Rosario Murillo, devenidos en tiranos banderas. De Venezuela no digo nada porque no sabemos si EEUU decidió negociar con Maduro y dejar caer a Juan Guidó, o es que confundimos deseos, propaganda y realidad.

Los países capitalistas que exigían reformas democráticas a los regímenes excomunistas (Rusia y China) han pasado a defender el recorte de sus propias libertades en aras de la seguridad. Es la rémora del 11-S mezclada con la crisis económica. El miedo como eje de la política desactiva a los ciudadanos y permite los excesos, incluida la corrupción.

PILARES DE LA LIBERTAD

El mundo libre, es decir, el nuestro, maneja un lenguaje divisorio de odio que niega derechos al otro, como el de refugio y asilo; también, la crítica y mofa del poder, pilares de la libertad de expresión. Así han hecho carrera los Donald Trump, Boris Johnson, Jair Bolsonaro, Matteo Salvini y el insumergible Binyamín Netanyahu, un peligro para Israel como dice Gideon Levy.

En España, la justicia perdió tiempo y dinero público en la persecución del coño insumiso, de raperos y chistosos con Carrero Blanco. En Rusia están más avanzados y encarcelan a las Pussy Riot. Estamos aún en los primeros estadios de la posdemocracia en los que se pone en duda la separación de poderes, como en el 'impeachment' del presidente de EEUU.

Pekín juega a lo mismo que Putin, pero sin hacer ruido. Reprime el Tíbet y encarcela a cientos de miles de musulmanes uigures sin que nadie se atreva a decir nada, más allá de las ONG de defensa de los derechos humanos y el futbolista Mesut Özil, quien calla sobre la represión de los kurdos dirigida por su héroe Erdogan.

EL GRAN HERMANO DEL RÉGIMEN

China dejó hace tiempo de copiar tecnología, hoy copia ciudades. Ha logrado la delantera en la tecnología 5G, de ahí la guerra de EEUU contra Huawei. El régimen ha tejido un Gran Hermano que graba, escucha y vigila a su población. Nos parece un escándalo, un ejemplo siniestro de sociedad orweliana. Allí es ley; aquí, costumbre social aceptada. Todos llevamos un teléfono en el bolsillo que capta nuestros desplazamientos, gustos, secretos más o menos inconfesables y estados de ánimo. Esa información está en venta. Lo llamamos capitalismo, no comunismo.

Fue el año de la bendición definitiva del 'brexit' (por fin!) y el de la consolidación de las 'fake news' que han convertido la política en un espectáculo repleto de gobernantes y gurús que solo saben trabajar en una permanente campaña electoral. Se olvidaron de problemas de la gente. El fracaso de las élites en la defensa de la mayoría ha sido el terreno abonado en el que ha prendido la xenofobia, incluso en países como Finlandia, ejemplo de muchas cosas. Se salvó por dos décimas y gracias a un pacto de cinco partidos capaces de acordar un cordón sanitario, no como en España.

MÁS MUROS Y MÁS MUERTOS

Las derechas democráticas que, junto a la socialdemocracia, construyeron la UE y defendieron el Estado del bienestar han creído que el mejor modo de combatir a la extrema derecha era copiar su discurso, en vez de copiar su manera inteligente de moverse en las redes sociales.

Fue un año de más muros y más muertos en el Mediterráneo, con una profusión de Salvinis. Se vuelve a escuchar en Italia los sones de 'Bella Ciao', una canción de resistencia. Los guionistas de series de televisión ya no saben qué distopía inventar porque todas parecen sacadas de la vida de cada día. Está África, en su olvido, primera víctima de la batalla del clima.

Se mantiene la amenaza del terrorismo islámico pese la muerte de sus principales líderes. No se nutren de jefes sino de injusticias. Nos defendemos de los efectos sin buscar las causas en un sistema depredador que asienta su riqueza, la de sus élites, en el expolio de la mayoría y en la desigualdad. Y están las mujeres del mundo con su dedo acusador, el violador eres tu, y está Greta Thunberg, convertida en diosa y diablo por unos medios de comunicación que miramos demasiado al dedo y muy poco a luna.