Pese a que el ajedrez procede de la India, el imperio persa lo elevó a la categoría de juego de estrategia. Un gran jugador, y los iranís lo son, no realiza movimientos sin tener estudiada la respuesta a la posible respuesta del rival, adentrándose en un laberinto de opciones, réplicas y contrarréplicas. El ataque contra dos bases con soldados estadounidenses en Irak es una pieza dentro de una partida que comenzó en 1979, y que aún no ha terminado. Donald Trump, que juega al póker - como escribía la semana pasada-, ha preferido mantener la posición sobre el tablero antes que comer ficha. Es lo que quería Teherán, por eso ha evitado causar bajas. Avisó del ataque a sus aliados iraquís, una manera de lograr que todo el mundo se pusiera a salvo.

Sun Tzu en su libro 'El arte de la guerra' ofrece dos recetas aplicables a este conflicto: Ganará quien sepa cuándo luchar y cuándo no luchar; la mejor victoria es vencer sin combatir. En ambas lleva ventaja Irán. La segunda será una realidad si Trump se ve obligado a retirar sus tropas de Irak. Será un jaque mate. Irán pisa terreno seguro, por eso se ha atrevido a admitir su responsabilidad en el derribo del avión ucraniano. Ha convertido las evidencias de su grave error en un insólito ejercicio de transparencia.

La alternativa rusa

Rusia, tierra de campeones, también sabe jugar al ajedrez. Es una asignatura obligatoria que enseña a pensar, una cualidad poco útil donde escasean las libertades pues conduce a la cárcel o la melancolía. Vladimir Putin es un excelente estratega. En medio de la escalada de tensión entre su aliado iraní y EEUU se presentó de manera inesperada en Damasco (primer viaje en dos años). Se trata de un movimiento audaz: reafirma su compromiso con el régimen de Bashar el Asad --e Irán--, lanza una advertencia subliminal a Trump a la vista de todos y se ofrece como alternativa para entrenar y armar al Ejército de Irak.

China también juega al ajedrez, pero en una variante silenciosa en la que no es necesario presumir de cada avance. Ambas potencias están ahora en ventaja sobre EEUU en Oriente Próximo. ¿Y la UE? La UE paga, pero no manda; es irrelevante en Oriente Próximo. Para tener una voz necesita unidad de criterio y de acción en política exterior y en defensa, un Ejército propio más allá de la OTAN, y credibilidad. Hay mucho trabajo por hacer después del 'brexit'.

Putin es tan hábil que es capaz de sostener el arco chií frente a Arabia Saudí y llevarse bien con la monarquía absoluta de Riad. En el bando de Teherán están, por diferentes razones, Qatar y Turquía. El primero mantiene una rivalidad ideológico-religiosa con Arabia Saudí, prefiere a los Hermanos Musulmanes sobre los neosalafistas alentados y financiados por el wahabismo, una versión extrema del islam de la que beben Al Qaeda y el ISIS. Turquía es miembro de la OTAN y heredero cultural de un gran imperio, el otomano. Juega a todas las bazas, como si estuviera en el zoco. Tiene la habilidad de estar siempre en el bando ganador. Y ese bando, hoy por hoy, no es el de Trump.

Distracción y engaño

Irán ha movido su alfil, el de las bases de Irak. Veintidós misiles de consumo interno. El Guía Supremo de la Revolución, Alí Jamenei, tenía la obligación de responder al asesinato de su amigo y mano derecha, Qasem Soleimani. Estaba en juego la dignidad del país. ¿Cuál será la respuesta al movimiento de Trump? El primero es un enroque: el anuncio de que ya no se siente vinculado por los compromisos nucleares. Irán ha pisado el acelerador para lograr su bomba atómica.

En el ajedrez, como en la estrategia de Sun Tzu, es esencial la distracción y el engaño. Irán no se va a contentar con 22 misiles inofensivos. En las próximas semanas o meses se moverán los peones, los grupos afines. No descarten un gran atentado. La clave es que no lleven la huella de Irán. Los servicios secretos iranís pueden conseguir que el trabajo del ojo por ojo lo realice algún grupo suní.

EEUUentra en un largo proceso de primarias y caucus que concluirá en las elecciones del 3 de noviembre. Un Trump en campaña es peligroso, pero no más que hace un año porque siempre está en campaña. Dispone de la fuerza militar, pero carece de un plan. La superioridad en armas y soldados no permitieron ganar la guerra de Vietnam; tampoco vencer en Afganistán, donde tarde o temprano regresarán los talibanes al poder, ni en Irak. Es un poder militar que causa daño, pero no logra victorias ni refuerza su auctoritas. EEUU, el imperio que no desea ser imperio, está en decadencia, y Trump es la prueba.