Un oficial de la Armada italiana y un homólogo ruso de la embajada en Moscú en Roma han sido detenidos en la noche del martes mientras intercambiaban documentos por dinero. Están acusados de espionaje y de atentado a la seguridad del Estado, según informa la agencia Ansa. Se trata del caso de espionaje conocido más grave desde la Guerra Fría, que empezó tras la segunda guerra mundial y terminó en los 70 del siglo pasado.

La noticia ha sido difundida en la mañana del miércoles, junto con la de la convocatoria a Exteriores del embajador de la Federación Rusa ante Italia, Sergey Razov. El diplomático ha sido recibido por el secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores, Elisabetta Belloni.

El italiano detenido es un capitán de fragata en servicio al Estado Mayor de la Defensa y se sabe solo que el ciudadano ruso es un militar, probablemente del GRU, el servicio secreto militar ruso. Existen rumores no confirmados de que los italianos serían en realidad dos personas. La pena prevista en estos casos supera los 10 años de prisión.

Con la complicidad de la noche, los dos o los tres se citaron en un lugar de Roma, donde se intercambiaron documentos y dinero. No se conoce qué tipo de documentos, aunque el capitán italiano tenía acceso a informaciones que afectan tanto a Italia como a la la OTAN. En años pasados, los rusos se habían interesado mucho en varias industrias de Italia que construyen armamentos o componentes de los mismos.

Viena y Roma

Durante la Guerra Fría, Viena y Roma fueron la capitales que captaron el mayor interés de los servicios secretos soviéticos y occidentales. Viena por ser la ciudad más conectada por los países del área soviética, hasta el punto que los medios de información que se ocupaban de todo el Este de Europa tenían allí destacados a sus corresponsales. El interés de Roma se basaba en la presencia en Italia del mayor partido comunista de Occidente y también del Vaticano.

El Estado Pontificio era una especie de plató donde se libraban verdaderas batallas de espionaje entre las dos potencias mundiales. Las crónicas recuerdan, entre otros casos, a los disidentes soviéticos que desaparecían dentro de los museos vaticanos para reaparecer después en EEUU. Y también los falsos curas y monseñores que Moscú emplazaba en el Estado del Papa para seguir de cerca los acontecimientos internacionales, pero también a los que situaban EEUU para orientar al Papa.

En época reciente, habían sucedido casos de espionaje de industrias militares italianas por parte de Rusia y también de oficiales franceses destacados en las sedes de la OTAN en Italia, detenidos por París.