La tensión entre Rusia, por un lado, y Ucrania y la OTAN, por otro, sigue ganando enteros, incrementándose el riesgo, con el paso de los días, de que un incidente aislado encienda la chispa de un conflicto abierto de impredecibles consecuencias. El Kremlin, el Gobierno de Kiev y la Alianza Atlántica han intercambiado este martes duros reproches y amenazas, empleando en ocasiones un lenguaje que muchos analistas califican ya de prebélico. Mientras, tanto a lo largo de las líneas de frente en el conflicto del Donbás como en las aguas del mar Negro, ambos bandos continúan reforzando su despliegue militar y naval.

El viceministro de Exteriores ruso, Andréi Riabkov, ha advertido a los buques de la Alianza Atlántica navegando en el mar Negro que se mantengan lejos de la península de Crimea, anexionada por Rusia en el 2014, utilizando palabras similares a las empleadas durante pasados episodios de crisis en la guerra fría del siglo XX. "Los buques americanos no tienen absolutamente nada que hacer cerca de nuestras costas; es una acción puramente provocativa... están probando nuestra fuerza, jugando con nuestros nervios; no van a ganar", ha prevenido el alto funcionario, antes de pronunciar una lapidaria frase: "Advertimos a EEUU de que se mantenga lejos de nuestras costas; es mejor para ellos".

Dos buques de guerra estadounidenses se dirigen en estos momentos hacia las aguas de este mar semicerrado que baña las costas de Rusia y de varios estados miembros de la alianza. Aunque oficialmente sus nombres no han sido dados a conocer, según el portal estadounidense The War Zone, especializado en temas bélicos, se trata del USS Donald Cook y el USS Rooselvelt, dos destructores de la clase Arleigh Burkle, caracterizados por su gran tamaño y potencia de fuego. Los buques cruzarán los estrechos turcos de Dardanelos y Bósforo en las próximas horas, y permanecerán hasta principios de mayo. El Pentágono anunció el despliegue apenas unas horas después de que el Ministerio de Rusia informara del envío de una decenas de barcos de guerra del mar Caspio al mar Negro, incluyendo buques y lanchas de desembarco.

Desde hace años, la presencia de navíos militares estadounidenses y de la Alianza Atlántica en la zona es permanente. En las últimas semanas, han salido a la luz diversos incidentes en los que aviones de guerra rusos realizan vuelos rasantes de reconocimiento en torno a los buques de sus adversarios.

Sin parangón desde 2014

En tierra, a lo largo de la frontera común con Ucrania, Rusia ha desplegado un dispositivo militar sin parangón desde el 2014, fecha en que se anexionó la península de Crimea y azuzó la guerra en el este de Ucrania. Ante semejantes movimientos militares realizados por su poderoso vecino oriental, el Gobierno de Kiev busca recabar apoyos internacionales, además de intentar acelerar la integración del país en la OTAN. A tal efecto, ha viajado a Bruselas el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleva, donde ha solicitado a sus aliados occidentales nuevas sanciones económicas contra el Kremlin, además de ayuda militar. "A nivel operacional, necesitamos medidas que disuadan a Rusia de sus intenciones agresivas", ha reclamado durante una rueda de prensa.

A su lado, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, ha acusado a Rusia de intentar reeditar una zona de influencia en el entorno inmediato a sus fronteras, al igual que en tiempos soviéticos, y ha advertido a Moscú de que será la propia organización militar la que decidirá el momento concreto de la adhesión de Ucrania. "Serán los 30 aliados de la OTAN quienes decidan cuándo Ucrania está preparada para ser miembro; nadie más tiene derecho a interferir en el proceso", ha prevenido.