“Reúnenos en un solo lugar y bombardéanos a todos a la vez”, implora Haya Abu al-Ouf a la cámara del medio digital Al Masdar. “Terminemos con esto, pero esto”, dice mientras señala las ruinas que dominan el paisaje a su alrededor, “lo que nos están haciendo es inhumano, es una tortura”. Haya es una superviviente de la última masacre de Israel en Gaza pero ha perdido a 42 miembros de su familia y vecinos. Esta joven gazatí engrosa la cifra de 58.000 palestinos desplazados por los ataques aéreos israelís. Su casa estaba en uno de los 450 edificios destruidos o dañados en los últimos nueve días.

Cada hora es clave para los gazatís. El ministerio de Salud palestino ha pedido donantes de sangre, una sangre que no para de mermar en su intento de salvar las vidas de más del millar y medio de heridos. Poco se puede hacer ya por los más de 213 muertos, entre los cuales hay 61 niños. A la escasez de suministros médicos y medicinas, se le añade la ausencia de electricidad y agua para un sistema sanitario al límite. 

Hasta la noche del lunes nadie pensaba en el coronavirus en la Franja de Gaza. Pero la destrucción del único laboratorio que procesaba los resultados de las pruebas del Covid-19 hacen saltar las alarmas en este segundo frente para el sistema de salud. 

Servicios básicos amenazados

También la sociedad gazatí lamenta la pérdida de la emblemática librería Samir Mansour, un faro donde acudir a soñar entre libros. La Oficina de Coordinación Humanitaria de Naciones Unidas en Palestina alerta de que los golpes a escuelas, hospitales y negocios amenazan con provocar “un deterioro adicional en el acceso a servicios básicos”.

Casi un centenar de edificios han sido destruidos entre los que se encuentran un número indefinido de negocios. Ya impactada por la pandemia, la destrucción de los medios de vida de gran parte de la población disparará la tasa de desempleo por encima del 48% que había hasta ahora. Tanto Egipto como Alemania han prometido millones de dólares en donaciones para la reconstrucción de Gaza.

Huelga palestina

A ambos lados de la Línea Verde, los palestinos se han unido en una huelga general. La desolación se extendía desde Nablus hasta la Ciudad Vieja de Jerusalén, pasando por Hebrón, Belén o Ramala. El paro general ha contado con el apoyo de la población palestina de Israel, que en una muestra de identificación sin precedentes llevan toda la semana en las calles.

Hacia el mediodía han empezado las marchas contra la ocupación israelí y en apoyo a sus compatriotas de Gaza. Entonces, las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) han respondido con lanzamiento de balas de goma y reales, y de gas lacrimógeno. En la Cisjordania ocupada, tres personas han muerto en los enfrentamientos con las FDI. Un total de 63 palestinos han resultado heridos, y en la Puerta de Damasco en la Ciudad Vieja de Jerusalén tres personas han sido arrestadas.

Dos muertos en Israel

Tras una noche relativamente tranquila en los cielos, ambos bandos han vuelto a lanzar misiles. En Israel, dos trabajadores tailandeses han muerto por el impacto de un proyectil de las milicias palestinas, elevando a 12 el número de víctimas mortales en los últimos nueve días. Después de la llamada de Biden a Netanyahu apoyando el alto el fuego, el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, ha confirmado haber recibido información sobre la destrucción por parte de Israel de un edificio en Gaza que albergaba las oficinas de Associated Press y Al Jazeera. 

Francia, Egipto y Jordania mantendrán conversaciones en busca de un alto el fuego entre Hamás e Israel. También EEUU sigue trabajando en la vía diplomática. "La prioridad es el cese inmediato de toda violencia y la implementación de un alto el fuego", ha dicho el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, tras una reunión extraordinaria de ministros de Exteriores de la UE. Todos los miembros de la Unión Europea, excepto Hungría, el aliado más cercano a Israel, han dado su apoyo al comunicado.

El Estado hebreo aún no tiene gobierno y se avecina un giro demasiado familiar en las negociaciones. Según informa Haaretz, Gideon Saar parece estar dispuesto a compartir el poder con Netanyahu después de que Naftali Bennett de Yamina anunciara que el “gobierno de cambio” encabezado por él y el centrista Yair Lapid estaba fuera de la mesa. Saar repite la estrategia que ya sufrió Gantz traicionando la gran promesa que hizo a su electorado. Mientras, los gazatís sufren una letal repetición de la misma historia.