Israel vive inquieto las últimas horas de Netanyahu en el poder. Yair Lapid y Naftali Bennett se preparan para anunciar su Gobierno del cambio mientras perfilan las negociaciones finales con sus miembros. A unas horas de que finalice el plazo, los diputados de la Knéset, el Parlamento israelí, también han elegido a Isaac Herzog, exlíder del Partido Laborista, como undécimo presidente de Israel. Netanyahu recrudece su discurso a medida que se acerca el momento de su adiós tras tres lustros como mandatario.

"¿Es su última semana como primer ministro?", ha preguntado la periodista Dana Weiss a Netanyahu este miércoles. “Esto es lo que a ti te gustaría”, le ha espetado. El escenario es casi seguro: en una semana, el primer ministro será Naftali Bennett, el líder de los ultras de Yamina, durante dos años. Luego, dará paso a Lapid al frente del centrista Yesh Atid. Pero aún es posible que Netanyahu haga uso de uno de sus trucos para evitarlo. 

Desacuerdos internos

La llegada de un nuevo Ejecutivo no es sinónimo de estabilidad en un país que ha celebrado cuatro comicios en dos años. Todos ellos con resultados inconclusos. Además, un Gobierno encabezado por Bennett y Lapid se enfrenta a una larga lista de desacuerdos internos que serán piedras en este camino de indeterminada duración. Para empezar, Bennett es un firme defensor de la anexión de Cisjordania mientras que Lapid aboga por una solución de dos estados. 

El nombramiento de la líder laborista, Merav Michaeli, como ministra de Transporte será clave en este ámbito. Michaeli ha criticado el excesivo uso de recursos para proyectos y edificios en Cisjordania, como la construcción de carreteras para los colonos que viven de forma ilegal en los asentamientos de los territorios ocupados. En su nuevo puesto, podría trasladar estos esfuerzos a zonas del territorio soberano israelí más olvidadas, como el Negev o Galilea

Promesas vacías

Mientras los futuros primeros ministros ultiman su Gobierno, en la Knéset se ha votado por el nuevo presidente de Israel. Un cargo protocolario sin funciones ejecutivas que dura siete años. Isaac Herzog, presidente de la Agencia Judía y exjefe del Partido Laborista, se ha impuesto a Miriam Peretz, ganadora del Premio Israel. Herzog ha recibido 87 votos, que supone la mayoría de los 120 legisladores. 

Con un total de entre 25 y 27 ministerios en el nuevo gobierno, Lapid ha hecho equilibrios para lograr contentar a todos sus integrantes. Su primer gesto consolador fue otorgarle a Bennett el puesto de primer ministro primero mientras el líder de Yesh Atid ocupará la cartera de Relaciones Exteriores. Al cabo de dos años, se rotarán en ambos cargos. 

Avigdor Lieberman, a la cabeza de Yisrael Beiteinu, será el ministro de Finanzas. Benny Gantz, líder de Azul y Blanco y exsocio de gobierno de Netanyahu, seguirá al frente del ministerio de Defensa. Gideon Saar, tránsfuga del Likud y jefe del partido Nueva Esperanza, se desempeñará como ministro de Justicia. Nitzan Horowitz, líder de Meretz, servirá como ministro de Salud. El resto de carteras se repartirán entre miembros de estas formaciones. 

Netanyahu no desiste en su misión de recuperar a Bennett bajo su amparo. Y es que el líder de la derecha religiosa está haciendo lo que nunca dijo que haría. “No dejaré que Lapid se convierta en primer ministro, con o sin rotación, porque soy un hombre de derecha y para mí los valores son importantes”, afirmó con contundencia dos días antes de las últimas elecciones del 23 de marzo. En Israel, los políticos han aprendido del omnipresente Bibi: las promesas electorales son papel mojado.