El presidente estadounidense, Joe Biden, partió este miércoles en su primer viaje internacional con destino al Reino Unido para participar en la cumbre del G7, la primera parada de su gira europea que le llevará a reunirse con los socios europeos en Bruselas y el presidente ruso, Vladímir Putin, en Ginebra.

Biden despegó desde la base Andrews, a las afueras de Washington, en el avión presidencial poco antes de las 9.00 hora local (14.00 GMT), acompañado por su esposa, la primera dama, Jill Biden.

Esta noche, el avión del mandatario estadounidense tiene previsto aterrizar en Cornualles (el Reino Unido), donde el jueves se reunirá con el primer ministro británico, Boris Johnson, antes de participar, a partir del viernes, en la cumbre del G7, que durará tres días.

Antes de Cornualles, Biden hará una primera parada ya en Reino Unido, en la base de Mildenhal, donde dará un discurso a las tropas estadounidenses que se encuentran allí.

La recuperación de la pandemia, la lucha contra la crisis climática o la hegemonía de China son algunos de los temas que estarán en la agenda de la reunión de este grupo de élite de los países más industrializados (EE.UU., el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá y Japón).

La siguiente parada del viaje de Biden será Bruselas, donde acudirá el 14 de junio a la cumbre de la OTAN para "reafirmar el compromiso de Estados Unidos" con la Alianza Atlántica.

Un día después expresará su compromiso con los aliados europeos en una reunión entre EEUU y la Unión Europea (UE), que estará centrada en la seguridad del sistema global de salud, la estimulación de la recuperación económica y la lucha contra el cambio climático.

Por último, se desplazará a Ginebra (Suiza), donde el 16 de junio sostendrá su esperado encuentro con Putin, el primero entre ambos desde que Biden llegó a la Casa Blanca.

EEUU ha dicho que busca una relación "predecible con Rusia" y que pretende rebajar la temperatura entre ambos, marcada por desacuerdos sobre la soberanía de Ucrania y la ola de ciberataques supuestamente lanzados desde territorio ruso.

Roces entre Bruselas y Pekín

A la UE, y en particular a Alemania, le chirría la idea de tener que elegir categóricamente entre relacionarse con Estados Unidos y con China, pero eso no ha impedido que, desde la llegada de Biden al poder en enero, los Veintisiete hayan endurecido su postura hacia el gigante asiático.

La prueba más clara está en la decisión de Bruselas de imponer en marzo sus primeras sanciones a China en más de tres décadas, por sus supuestos abusos a los derechos humanos de los uigures en la región autónoma de Xinjiang.

Esa medida enturbió la relación con Pekín, y Bruselas acabó por congelar la aplicación de un acuerdo de inversiones bilateral cerrado el pasado diciembre.

Fueron buenas noticias para la Casa Blanca, que había criticado duramente ese tratado, pero está por ver si Biden puede ganarse del todo a los europeos en el plano comercial, sobre todo cuando no ha retirado por ahora los aranceles al acero y aluminio impuestos por su predecesor, Donald Trump.

No obstante, Biden ya ha dado muestras de que está dispuesto a dar su brazo a torcer: hay quienes consideran su reciente decisión de eximir de sanciones a la empresa Nord Stream 2 -encargada de la construcción del gasoducto que llevará gas ruso a Alemania- como un intento de ganarse el favor de Berlín en lo relativo a China.

Consenso sobre tecnología

En ese sentido, el logro más claro de su gira estará en el plano tecnológico, donde hay más consenso: durante la cumbre con la UE en Bruselas, Biden tiene previsto anunciar un Consejo de Comercio y Tecnología para potenciar la coordinación en lo relativo al 5G, las cadenas de suministro y los semiconductores, entre otros temas.

"Nos aseguraremos de que las democracias de mercado, no China ni nadie más, escriben las reglas del siglo XXI en lo relativo al comercio y la tecnología", afirmó Biden en su columna en el Post.

Pese a los riesgos de adoptar un discurso tan ideológico, Kupchan cree que Biden sí saldrá de su gira europea con "un frente más unido en lo relativo a China", aunque tendrá que esforzarse por encontrar "un punto medio", más alejado de la épica y la "provocación" a Pekín.