Más recursos para la policía, pero pocas medidas para corregir los abusos policiales. El presidente francés, Emmanuel Macron, confirmó este martes su visión anclada en la derecha de las políticas de seguridad y su apuesta por seducir al electorado conservador mostrando mano dura en esta materia. El dirigente prometió “aumentar significativamente, es decir, doblar en diez años la presencia de policías y gendarmes en el espacio público”, en un discurso pronunciado en la Escuela Nacional de Policía en la localidad obrera de Roubaix (norte). Con su intervención, concluyó un mediático proceso de concertación conocido como el “Beauvau de la seguridad”.

Esta consulta con agentes, sindicatos, expertos o asociaciones había sido anunciada en diciembre de 2020 ante la proliferación de polémicas por la violencia policial. Una oleada de protestas llenó las calles de Francia a finales del año pasado para protestar por la brutal detención del productor de música negro Michel Zecler y contra la ley de “seguridad global” —el equivalente galo de la “Ley Mordaza”—, que restringió los videos de ciudadanos de las intervenciones policiales. Entonces, Macron anunció este “Beauvau de la seguridad” para hallar soluciones al malestar creciente de la ciudadanía con el funcionamiento de las fuerzas de seguridad. 

Nueve meses después, este proceso de diálogo ha concluido con más recursos para la policía y medidas menos relevantes para reducir el uso abusivo de la fuerza policial. Macron prometió duplicar el número de agentes que patrullan en la calle: “Queremos más azul sobre el terreno”. Para ello, propuso “sacar a los policías de las tareas administrativas”. También defendió un aumento de 1.500 millones de euros del presupuesto del Ministerio del Interior. Además, anunció un endurecimiento de las sanciones para las personas que ocupen viviendas, una medida destinada principalmente a traficantes de drogas, pero que también afectará a personas gitanas o migrantes.

En cambio, se mostró bastante más escueto con las soluciones a la violencia policial, un problema muy presente durante el mandato de Macron, sobre todo con la dura respuesta a las protestas de los chalecos amarillos, en que hubo una persona muerta y 2.448 manifestantes heridos, entre ellos 30 que perdieron un ojo y seis que se quedaron sin una mano. Como respuesta a estos abusos, defendió la creación de un organismo parlamentario de control de las fuerzas del orden. También se creará un nuevo centro de formación de antidisturbios. Y confirmó que a partir del año que viene cada agente llevará una cámara para grabar sus acciones.