Durante años expertos y activistas digitales han alertado sobre peligros y excesos de Facebook y recientemente las autoridades de Estados Unidos parecen haber comprendido al fin la necesidad de abordar legislativamente esos problemas. Ha sido, no obstante, una antigua empleada de la red social, Frances Haugen, la que con una filtración de miles de documentos internos de la empresa tanto a ‘The Wall Street Journal’ como al regulador bursátil y al Congreso, donde ha testificado este martes, ha confirmado las malas prácticas de la empresa de Mark Zuckerberg y los engaños y ocultaciones sobre el nocivo efecto de su funcionamiento, incluyendo cómo Instagram acentúa la inseguridad y la depresión entre niñas y adolescentes. Y ella ha sido quien ha puesto al gigante tecnológico en el que, por ahora, es su lugar más incómodo.

“El liderazgo de la compañía sabe cómo hacer Facebook e Instagram más seguros pero no harán los cambios necesarios porque han puesto sus astronómicos beneficios por delante de la gente. Se necesita acción del Congreso”, ha dicho Haugen en una comparecencia ante un subcomité del Senado donde, por una vez, el teatro político y las interpretaciones partidistas de los problemas de las redes sociales han quedado relegados ante la seriedad del reto que enfrentan la sociedad y los legisladores, que esta vez han llegado con los deberes hechos.

La ingeniera informática especializada en datos ha hablado con enorme compostura y contundencia armada no solo con su experiencia en el sector tecnológico sino, también, con lo aprendido en los documentos que se llevó cuando dejó Facebook en mayo tras dos años de trabajo en la compañía. Y la radiografía que ha quedado de la empresa de Zuckerberg, mientras sus responsables de comunicaciones intentaban minar la credibilidad de Haugen, es demoledora.

Problemas específicos y estructurales

Se ha hablado, mucho, de las revelaciones recientes que han iluminado sobre el impulso a productos aun sabiendo que son dañinos para menores y de la propagación de discursos de odio y desinformación, que según Haugen los mecanismos de Inteligencia Artificial de la red solo detectan en un 10 o como mucho 20% de los casos. Se han abordado también en detalle problemas muy específicos sobre cómo se lleva a las más jóvenes hacia contenidos que promueven los desórdenes alimenticios o cómo la falta de sistemas de control y supervisión e inversión y recursos en muchos idiomas alimentan la violencia étnica en lugares como Etiopía.

Asimismo, se ha hablado también de problemas estructurales, incluyendo la apuesta por dar prioridad en la red a las publicaciones que provocan más interacciones y reacciones (el llamado “engagement based ranking” en inglés) o la llamada “amplificación de intereses”, así como de todo un "sistema movido por la métrica y no por intereses humanos".

Pero fundamental para Haugen es la falta de transparencia de Facebook, algo conocido que los documentos filtrados solo reconfirman. “Casi nadie fuera de Facebook sabe lo que pasa dentro. La compañía esconde intencionadamente información al público, al gobierno de EEUU y a gobiernos de todo el mundo”, ha denunciado. “Nadie de verdad entiende las elecciones destructivas que ha tomado Facebook salvo Facebook y no nos podemos permitir menos que transparencia total”, ha reclamado. “Mientras Facebook siga operando en las sombras y escondiendo sus investigaciones del escrutinio público no rendirá cuentas”, ha declarado en otro momento.

En busca de regulación

La llamada de la informática a los reguladores es que se salgan de “marcos legislativos previos” para tratar de contener los daños y actúen igual que lo hicieron para regular a las grandes tabacaleras (una comparación que algunos senadores también han empleado), a la industria del automóvil o ante la crisis de los opioides. Y entre las propuestas que ha hecho están obligar a Facebook a compartir investigaciones internas, crear una junta de supervisión que incluya investigadores, trabajadores del sector que entienden los algoritmos y legisladores e incluso subir la edad mínima para el acceso legal a las redes sociales, un tema candente ante el proyecto de Facebook (por ahora paralizado) de crear un Instagram para menores de 13 años.

En las tres horas de comparecencia ha sido escuchada con atención, aplaudida por su “servicio público” y su “valor”. Y se palpaba una sensación de unidad respecto a la necesidad de impulsar definitivamente legislación. El problema es que hay al menos media docena de propuestas de ley diferentes y queda por ver si el Congreso será capaz de lograr consenso y dar un paso específico.

“Los problemas tienen solución”

Para Haugen es posible, como lo es cambiar cómo funciona la red. “Facebook quiere que crean que los problemas de los que estamos hablando no tienen solución”, ha denunciado en un momento de la comparecencia. “Quiere que crean en opciones falsas; quiere que crean que deben elegir entre un Facebook lleno de contenido extremo y divisivo o perder uno de los más importantes valores sobre los que se fundó nuestro país: libertad de expresión; que deben elegir entre supervisión público de las opciones que toma Facebook y su privacidad personal; que para poder compartir fotos de tus hijos con viejos amigos debes ser inundado también con viralidad movida por el odio. Quieren que crean que esto es simplemente parte del acuerdo. Estoy aquí para decirles que eso no es verdad”, ha dicho. “Estos problemas tienen solución. Son posibles unas redes sociales más seguras, que se pueden disfrutar más y respetan la libertad de expresión”.