Boris Johnson paga los escándalos en las urnas. El Partido Liberal ha arrebatado a los conservadores un escaño en juego en North Shropshire, en el centro de Inglaterra, una plaza que los Tory venían ostentando desde hace casi 200 años. La candidata liberal, Helen Morgan obtuvo el 47,2% de votos (+37,2) frente al 31,6% (-31,1) del conservador. Hace tan sólo dos años Morgan había quedado tercera con un 10% de apoyos. En el momento de proclamarse vencedora Morgan se digirió directamente al primer ministro. “Hoy la gente de North Shropshire ha hablado en nombre de los británicos. Ha dicho alto y claro: Boris Johnson la fiesta se ha acabado”.

La victoria liberal era impensable hasta hace poco en una zona rural remota, que vive de la agricultura, voto Brexit y creyó en Johnson. El candidato conservador en el 2019, Owen Paterson, ganó entonces con una holgada ventaja de 23.000 votos sobre sus rivales. Paterson tuvo que dimitir en noviembre por presunta corrupción. Johnson trató de salvarle cambiando las reglas de funcionamiento del Comité de Ética de la Cámara de los Comunes para finalmente tener que dar marcha atrás ante la ola de repulsa que provocó tal manejo en favor de uno de los suyos.

La derrota electoral, tras una sucesión de revelaciones de fiestas el pasado año en Downing Street y el entono del gobierno, sumado a otros escándalos de Johnson confirma que el ambiente entre los votantes y en el partido ha cambiado. Esta misma semana un centenar de diputados conservadores del grupo parlamentario desafió la autoridad de su primer ministro votando contra el pasaporte Covid. Ya entonces habían comenzado a circular cartas pidiendo una moción de confianza para deponer al líder, que eligieron porque era capaz de llegar a sectores del electorado inalcanzables para otros. Ese toque mágico se ha esfumado.