"Escuchamos bombardeos en la lejanía", relata desde Kiev Carlos Molina, jugador cordobés del Motor Zaporiyia, equipo de balonmano de una ciudad del este de Ucrania. Con la invasión rusa, el lateral de 30 años está viviendo las horas más intensas de su vida. La situación ha cambiado radicalmente desde la última conversación que Diario CÓRDOBA, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio, mantuvo con Carlos, hace un mes, en que la tensión ya era evidente, pero la guerra aún era una amenaza.

Molina, durante la noche del miércoles al jueves estaba volando con su equipo tras el partido de Liga de Campeones disputado en Kielce, Polonia, cuando le informaron que su avión tenía que desviarse y no aterrizar en Zaporozhye, ciudad en la que juega y que está a unos 400 kilómetros de la frontera con Ucrania, para hacerlo en Kiev. "El motivo no lo sé, la cuestión es que a los 30 minutos de estar en el aeropuerto nos evacuaron y nos llevaron a un hotel", cuenta en declaraciones a Onda Cero Córdoba.

"Lo que normalmente es un trayecto de quince minutos se ha convertido en una travesía de tres horas", añade. Y es que, el proceso hasta llegar un lugar seguro ha sido largo ya que "no había transporte privado, por lo que hemos tenido que coger un autobús de línea y un tren".

Antes de abandonar el aeropuerto, del que fue desalojado pocos minutos después, señala en Televisión Española haber escuchado "bombardeos" e incluso "ver cazas volando por encima". Ya en el hotel ha podido observar "una fila de coches interminable" y ver pasar "varios vehículos militares, incluidos tanques".

"Ni yo ni el equipo nos sentimos seguros" afirma con rotundidad. De hecho, sus compañeros ucranianos se encuentran en una situación muy delicada, ya que pueden ser llamados en cualquier momento al ejército, "son jóvenes y fuertes, ellos entran seguro, pero claro, no han cogido un arma en su vida".

En cuanto a las opciones que tiene de abandonar el país, señala a Marca, que "existen dos posibilidades". "Los europeos nos podemos marchar hasta mañana en tren por la frontera con Polonia y los ucranianos pueden volver a Zaporozhye, ver a sus familias e irse en autobús hasta la frontera y allí reencontrarse con nosotros". Y es que, recuerda, la competición no se para, de hecho, el martes que viene su equipo está previsto que juegue contra el Paris Saint Germain y dos días después lo haga frente el FC Barcelona y, retrasar los encuentros, "sería muy complicado, no hay tiempo en el calendario".

Todo esto representa un giro total de los acontecimientos. Cuando conversamos con él el pasado mes de enero con motivo de la escalada de tensión en la frontera entre Rusia y Ucrania, en especial en la zona del Donbas, Molina aseguraba ver al país en "una especie de calma tensa" pero dentro un ambiente muy similar al que se encontraba el país desde que comenzaron los enfrentamientos en 2014. Ahora, la situación ha cambiado, en especial en los últimos días con el reconocimiento de Rusia de las autoproclamadas repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk.

En esa conversación anterior se sinceró diciendo que "somos piezas de un tablero"... Después de todo, parece que sí hay algunas cosas que, un mes después, no han cambiado.