La vigesimotercera cumbre entre la Unión Europea y China no es una simple cita más entre dos de los principales bloques comerciales del mundo. La guerra de Vladímir Putin en Ucrania marcará totalmente el encuentro, que se celebra este viernes 1 de abril por videoconferencia en dos sesiones separadas -primero con el primer ministro chino Li Keqiang por la mañana y con el presidente Xi Jinping por la tarde-, aunque ni habrá rueda de prensa conjunta final ni declaración común. Aún así, la presidenta de la Comisión EuropeaUrsula von der Leyen, y el del Consejo Europeo, Charles Michel, aspiran a obtener garantías por parte de Pekín de que ni proporcionarán apoyo militar a Rusia ni le lanzarán ningún salvavidas económico que le permita esquivar las sanciones europeas.  El encuentro ha terminado, sin embargo, sin compromisos claros de que no habrá interferencias en la aplicación de las sanciones internacionales, un nuevo llamamiento a la responsabilidad de China para que ayude a parar la guerra y la advertencia de que cualquier apoyo económico o militar a Moscú pondrá en peligro las relaciones económicas con la UE.

“Las autoridades chinas han repetido su voluntad de implicarse en favor de la paz, la seguridad y la estabilidad. Esperamos que nuestros argumentos, que han sido repetidos con convicción y fuerza, hayan sido entendidos del lado chino. Esperamos que China tome en consideración la importancia de su imagen internacional y de las relaciones económicas entre China y la Unión Europea”, ha avisado el presidente del Consejo Europeo al término de las dos sesiones de trabajo, primero con el primer ministro chino, Li Keqiang, y por la tarde con el presidente Xi Jinping

Dos encuentros en los que Pekín ha trasladado su voluntad de seguir “su propio camino", según la agencia Reuters, y que la UE ha calificado de “francos” y “abiertos”. Y esto significa, según ha admitido la presidenta de la Comisión sobre un encuentro "sobrio", “que hemos intercambiado puntos de vista claramente opuestos. Esto no es un conflicto, es una guerra. No es asunto europeo sino global, que concierne a todo el mundo” y “es Rusia quien ha desencadenado todos los efectos de arrastre. Por ejemplo, la inminente crisis de seguridad alimentaria en el mundo”, ha recordado la alemana sobre las profundas discrepancias entre Pekín y Bruselas que muestran hasta qué punto hablan idiomas distintos. "Tener un diálogo franco y sincero significa que cada uno de los socios sea franco y sincero respecto al otro, no significa que nos pongamos de acuerdo de forma espontánea e inmediata sobre cada uno de los argumentos", ha añadido Michel.

Pero según el liberal belga, China “no puede cerrar los ojos” a las violaciones flagrantes del derecho internacional porque están consagrados en la carta de Naciones Unidas, que debería ser sagrada para Pekín. “Esperamos que como miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que es asuma sus responsabilidades. Sólo hay unos pocos miembros y tienen una gran responsabilidad. China tiene influencia sobre Rusia. Y, por lo tanto, esperamos que asuma su responsabilidad para poner fin a esta guerra”, ha añadido von der Leyen quien ha insistido en que si optan por no apoyar las sanciones (occidentales contra Moscú), “al menos no interfieran de ninguna manera”.

Socios comerciales

Los dirigentes europeos han jugado la carta de la economía para tratar de convencer al presidente Jinping de que no va en interés de nadie la inestabilidad que provoca la guerra, y mucho menos de China. Aunque no han hablado de represalias, los números lo dicen todo. El 13,7% del volumen comercial total chino es con la UE, frente al 12,5% con Estados Unidos y el 2,4% con Rusia. “Cada día China y la UE comercial bienes y servicios por casi 2.000 millones de euros frente a los 300 millones entre China y Rusia”, ha recordado von der Leyen.

“¿Quieren poner en riesgo esta fuerte posición económica y las relaciones comerciales?, ¿Quieren poner en riesgo la estabilidad y las perspectivas de crecimiento de la economía mundial y las de su propio país?”, resume un alto cargo europeo sobre el sentir en la UE y avisando de que poner en peligro esto no ayudará al presidente Xi Jinping a ser reelegido en el Congreso chino de octubre y que además podría derivar en una crisis reputacional en Europa. La cumbre también ha evidenciado fisuras en otros asuntos que llevan meses crispando la relación: las medidas “injustificadas” contra Lituania adoptadas por Pekín, que según Bruselas violan las reglas de la Organización Mundial del Comercio y perturban el mercado interior, las sanciones contra miembros del Parlamento Europeo, los problemas en materia de derechos humanos y el acceso de las empresas europeas al mercado chino.