Una de las felicitaciones que ha recibido el controvertido primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, por ganar de forma arrolladora sus cuartas elecciones ha sido la del presidente ruso, Vladímir Putin, que inmediatamente expresó su deseo de estrechar lazos. Un gesto cargado de significado hacia el amigo de Budapest en plena invasión rusa. El primer ministro ultraconservador mantiene un difícil equilibrio en el conflicto de Ucrania, pues mientras secunda las sanciones de la UE contra Moscú se niega a entregar armas a Kiev, como sí que han hecho la mayoría de líderes de los Veintisiete.

A pesar de las esperanzas de descabalgar al nacionalista del poder tras 12 años de gobierno, la coalición opositora, inédita por dispar y creada ad hoc, fracasó. Con casi el 99% de los votos escrutados, el partido Fidesz de Orbán consiguió su cuatro mandato consecutivo con más del 53% de los votos (135 escaños) frente a menos del 35% de la coalición opositora, según la Oficina Electoral Nacional. La participación fue elevada y se acercó a la movilización récord de las elecciones de 2018.

Sabedor de que es el dolor de cabeza de la Unión Europea, Orbán, de 58 años, se apresuró a lanzar un dardo a la capital comunitaria en un breve discurso tras la publicación de resultados: "Hemos obtenido una victoria excepcional, una victoria tan grande que probablemente pueda verse desde la Luna, y desde luego desde Bruselas". Acusado en reiteradas ocasiones por la Comisión Europea de vulnerar los principios básicos del Estado de derecho, Orbán ha recibido un claro espaldarazo a su política de control del sistema judicial y medios de comunicación.

El impacto de la guerra

El propio Orbán, en su único mitin de campaña, reconoció cómo le ha beneficiado el inicio de la guerra de Ucrania. "La guerra estalló y la guerra lo cambió todo", dijo, para añadir: "Paz contra guerra", vendió el ultranacionalista a un electorado hambriento de estabilidad. Ningún comentario explícito desde Bruselas sobre la victoria de Orbán. La Comisión Europea no ha autorizado la entrega de fondos europeos tras la pandemia a Hungría por sus constantes vulneraciones de principios defendidos por la UE.

El jefe de la oposiciónPeter Marki-Zayalcalde conservador independiente de 49 años, reconoció sin paliativos la derrota. "No voy a ocultar mi tristeza y decepción", dijo a sus seguidores, tras acusar a Fidesz de hacer una campaña de "odio y mentiras". La coalición dispar de seis formaciones ha resultado inoperante porque, según los expertos, los partidos eran reticentes a aceptar que un 'outsider' ganara las primarias y se paralizó la campaña.

Además del de Putin, Orbán recibió el aplauso del partido ultra español Vox. Su vicepresidente primero, Jorge Buxadé, deseó que su victoria sirva para consolidar una alternativa de una Europa distinta a la de los "oligarcas de Bruselas" y ayude a construir un proyecto europeo "que recupere el sentido de las naciones".

Consulta sobre contenidos LGTBI

Orbán hizo coincidir las elecciones parlamentarias con una consulta sobre las reformas que limitan la difusión de contenidos LGTBI. El referéndum para pulsar la opinión de la ciudadanía se saldó con un respaldo abrumador a las tesis oficialistas, pero sin el mínimo de participación suficiente para ser considerado válido.

Los votantes debían responder a cuatro preguntas relativas a las últimas reformas del Gobierno para impedir contenidos diversos en las escuelas. En los cuatro casos, la proporción de votos a favor superó el 90%, con lo que Orbán logró así alcanzar la mayoría que exige la ley para los referéndum. Sin embargo, los votos válidos no representaron a más de la mitad del electorado, ya que rondaron el 44%, según las autoridades electorales. El primer ministro, sin embargo, justificó la celebración como una especie demostración de sus propias tesis conservadoras ante Bruselas, bajo la premisa básica de que son los padres quienes tienen el derecho último de elegir la educación que reciben sus hijos.