A cuatro días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Francia del 24 de abril, Emmanuel Macron sigue aumentando la distancia frente a su rival, la candidata ultraderechista, Marine Le Pen. Según el sondeo del Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP), el actual inquilino del Elíseo lograría el 55,5% de los votos, mientras que la aspirante de la extrema derecha se quedaría con el 44,5% de los votos. Una distancia de 11 puntos que se va ampliando día a día desde que se celebró la primera vuelta, el pasado día 10 de abril.

En los comicios de 2017, Macron obtuvo el 66,10% de las papeletas y Le Pen, en 33,90%.

Hace poco más de una semana, las intenciones de voto del presidente y de la líder de Reagrupación Nacional se encontraban mucho más ajustadas, a tan solo cinco puntos (52,5% frente al 47,5%), pero con el paso de los días Macron ha ido afianzando su ventaja. El dirigente centrista ha entrado de lleno en la campaña electoral después de haber estado prácticamente ausente durante la campaña de la primera vuelta.

El nuevo dato demoscópico llega un día antes de que los dos candidatos celebren un cara a cara televisado calificado de crucial y con el que pretenden convencer a los votantes indecisos y a aquellos que están pensando en abstenerse. Ambos buscan pescar en la bolsa de votos que cosechó el candidato de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, en la primera vuelta, que quedó tercero en la contienda con más de 7,7 millones de papeletas (22%).

Tras la primera vuelta, Mélenchon pidió no dar "ni un solo voto" a la extrema derecha. Su partido ha realizado una consulta entre la militancia para fijar el voto en la elección del próximo domingo: el voto blanco o nulo es la opción preferida, con un 37,65% de apoyos, por delante del voto a Macron (33,4%) y la abstención (29%).

El precedente

El debate que Macron y Le Pen celebraron en 2017 fue un enfrentamiento agresivo y tenso. El presidente atacó de forma sistemática la falta de propuestas concretas de la ultraderechista, así como la ausencia de financiación para sus promesas de gasto en favor de las clases populares.

Pero, por encima de todo, el mandatario centrista destrozó la inverosímil propuesta de Le Pen de crear un sistema con dos monedas: un franco resucitado para uso interior y mantener el euro para las transacciones con el exterior.

Macron la acusó reiteradamente de "mentir" sobre la viabilidad de sus propuestas e incluso de ser una "parásita" por alimentarse del miedo y el odio que, según él, Le Pen y su partido sembraban en el país y los ciudadanos.

A su vez, Le Pen criticó repetidamente a Macron por ser partidario de "la mundialización salvaje", y en ocasiones le acusó de ultraliberal y en otras de socialista. Además, algunas expresiones y tonos desafortunados mostraron a una Le Pen descolocada, sin la estatura de una jefa de Estado.