Terremoto en Turquía y Siria

"Mi hermana me manda vídeos con el suelo aún temblando, es una tragedia"

El seísmo en Siria y Turquía preocupa en Extremadura, donde viven 97 sirios y 17 turcos | Tres de ellos cuentan cómo viven la situación. Desde Cruz Roja animan a donar fondos para hacer frente a la emergencia

Una mujer llora ante las ruinas provocadas por el terremoto entre Turquía y Siria.

Una mujer llora ante las ruinas provocadas por el terremoto entre Turquía y Siria. / REUTERS

Guadalupe Moral

"Este terremoto es una tragedia enorme, no tenía ya bastante Siria con la guerra y con la pobreza. Estoy desolada y muy preocupada. He podido hablar con mi madre y mis cuatro hermanos y están bien, pero tengo sobrinos de los que no sabemos nada todavía. Estoy en vilo". Quien habla es Amal Ibrahim, una siria de 66 años afincada en Mérida desde hace décadas, que se despertó de madrugada del lunes con el alma encogida tras enterarse de las consecuencias de dos desvastadores terremotos de 7,8 y 7,5 de magnitud que han dejado ya más de 6.000 muertos y cientos de desaparecidos en el sureste de Turquía y el norte de Siria. La tragedia se está dejando notar en Extremadura, donde viven 97 sirios y 17 turcos, según los últimos datos del padrón del INE.

"Me enteré por Facebook y no me lo podía creer", dice al otro lado del teléfono. Tiene familia repartida en varios puntos del país. Su madre, de 82 años, vive en una aldea cerca de la ciudad costera de Tartús: "Allí se ha caído algún edificio y ha muerto gente que conocemos. Mi hermana me manda vídeos de cómo se mueve el suelo todavía. Y están todos en la calle desde entonces, con frío y lluvia, no pueden subir a los pisos". 

Amal hace solo cuatro meses que pasó allí un par de semanas visitando a la familia y cuando empezaba a aceptar las consecuencias de una guerra civil que dura ya doce años, casi se topa in situ con una nueva tragedia. "Si aquello ya estaba mal, ahora se va a quedar mucho peor. Y Siria era un país normal y muy bonito antes". Antes de acumular tragedia tras tragedia.

La pena también ha calado hondo en la familia de Nibras Al-Wattar, sirio residente en Badajoz"Es muy triste, estoy viendo cosas horribles y hablando con amigos que viven en las zonas afectadas". Parte de su familia siria, por suerte, reside en la capital y no ha habido muchos problemas con el fuerte seísmo. "Si ya allí antes del terremoto la gente no tenía electricidad, ingresos ni apenas comida y las cosas ya estaban mal con la guerra, las cosas ahora van a ser mucho peor, llega ya a un tope", insiste. 

Nibras y su familia se trasladaron a la capital pacense en 2013 por la guerra. La empresa en la que trabajaba como director de marketing se vino abajo. Se dedicada al sector de la moda femenina y tenía tiendas en varios países árabes. "Pero todo desapareció. No había trabajo y teníamos muchas dificultades donde vivíamos. Por eso salimos de casa". Casi toda la familia se vino a Badajoz porque aquí vive un hermano de Nibras desde los años 80. Y aquí rehace su vida junto a su mujer y sus tres hijos. "El pequeño ya no se acuerda de nada de Siria", dice. Homologó su título de Económicas, cursó un máster de marketing en la UEx y su último trabajo ha sido como auxiliar administrativo en el Ayuntamiento de Badajoz. Ahora mismo está en el paro. "No es fácil encontrar trabajo de tu experiencia". Pero ahora mismo la vida es mucho más compleja allí. "Me duele mucho lo que está pasando con la gente de mi país, yo he tenido la oportunidad de salir, pero la situación ya no era buena antes y no menos lo va a ser ahora. No tienen de nada. Con el salario de un mes solo se puede vivir tres días. Me duele mucho todo", dice Nibras a quien, algún día, le gustaría volver a su país, "pero a la otra Siria, a la de antes de la guerra, no a esta".

"La comunicación es díficil"

Hace muchos más años que su hermano, Mohammed Al-Wattar, salió de Siria, en el año 82, para afincarse en Badajoz, donde estudió Medicina. Ha trabajado de médico en Cruz Roja y ahora dirige el centro de salud de Estremoz. Pero aún con más distancia, el dolor es el mismo: "Es una desgracia, nos ha pillado de sorpresa, esto es un golpe muy fuerte para el país que ya tenía una situación delicada con una guerra que dura ya doce años", cuenta el doctor. 

Dice que se enteró de la tragedia estando de guardia. "Me llamó mi mujer, puse las noticias y empecé a llamar a mis familiares, pero las comunicaciones allí no son fáciles, están controladas y apenas hay 4 horas de electricidad al día". Su padre y el resto de hermanos viven también en Badajoz, pero allí mantiene tíos, sobrinos y primos que por fortuna están a salvo. "Viven la mayoría en Damasco, a 300 kilómetros del epicentro, y allí no hay graves daños, aunque algún edificio se ha derrumbado por la debilidad que ya tenían tras los bombardeos", cuenta. También tiene allí amigos a los que está intentando localizar, sin mucha suerte. "Pregunto por ellos, pero nadie sabe darme respuesta. Cada vez que suena el teléfono con un número árabe, rápidamente lo cogemos". 

Y si dolía mucho asomarse a Siria antes del terremoto, ahora duele mucho más. "El país sufre un embargo económico por la guerra y hay carencias de muchos productos, de medicinas, de alimentos, de energía y ahora sin refugio también va a ser un caos. Hay partes de Turquía y Siria donde está nevando. Es muy duro", cuenta Mohammed que no ha vuelto a su país desde el conflicto.

La ayuda humanitaria se ha desplegado en toda la zona desde distintos puntos del mundo y desde Cruz Roja Extremadura piden donar fondos a través de sus vías para hacer frente a esta emergencia y poder atender las necesidades de las personas afectadas.