Oleada de protestas en Francia

Huelga general y paros ilimitados en sectores clave: los sindicatos suben la presión sobre Macron

Las organizaciones de trabajadores quieren “paralizar la economía” francesa el martes con otra movilización contra la reforma de las pensiones

Huelga general y paros ilimitados en sectores clave: los sindicatos suben la presión sobre Macron.

Huelga general y paros ilimitados en sectores clave: los sindicatos suben la presión sobre Macron. / Reuters

Enric Bonet

El pulso por la reforma de las pensiones en Francia afronta su fase final. Después de dos semanas de tregua en las protestas debido a las vacaciones escolares invernales, los sindicatos han convocado para este martes una nueva huelga general con la que quieren “paralizar Francia”. Con sus protestas multitudinarias, las organizaciones de trabajadores ya habían demostrado en enero y febrero la indignación suscitada por el aumento de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 42 o 43 años para recibir una pensión completa). A la fuerza del número, ahora quieren sumarle la presión de la “parálisis” de la actividad económica.

A pesar de tratarse de las protestas más masivas en el país vecino desde 2010, el Ejecutivo de Emmanuel Macron no hizo ninguna concesión a los sindicatos y avanzó con la impopular medida, rechazada por el 66% de los franceses, según los últimos sondeos. Actualmente, está siendo debatida en el Senado. Ante esta ausencia del diálogo social, la unitaria coalición sindical —liderada por una inhabitual alianza entre la moderada CFDT y la combativa CGT— se ha decantado por métodos de acción más duros, como las huelgas ilimitadas o acciones de bloqueo de la economía. 

Huelgas ilimitadas en varios sectores

La principal novedad en esta jornada de protestas y huelgas nacionales —la sexta desde el 19 enero— serán los paros ilimitados en los trenes, metros y autobuses, refinerías, centrales eléctricas, en la recogida de basuras, en los puertos o astilleros. La lista es larga de los sectores donde impulsan grèves reconductibles, aunque se desconoce si lograrán mantenerlas durante varios días, debido a la dificultad de renunciar a un día de sueldo en estos tiempos de inflación. Sindicatos y partidos de izquierda organizaron cajas de resistencia, con las que apoyar económicamente a los huelguistas. El 56% de los franceses apoya estas huelgas ilimitadas, según un sondeo del instituto Elabe, publicado el lunes.

La compañía ferroviaria SNCF prevé que no circule ningún tren de cercanías y solo un 20% de los regionales y de alta velocidad. Una afectación del tráfico ferroviario que se mantendrá más allá del martes, aunque se desconoce si con un impacto tan elevado. Los agentes ferroviarios ya habían alterado el tráfico de trenes durante más de dos meses en el invierno entre 2019 y 2020, cuando protestaron contra otra tentativa de Macron para reformar el sistema de jubilación galo, uno de los más avanzados de Europa.

Respecto a las anteriores movilizaciones, los sindicatos confían en subir un peldaño el apoyo en el sector privado. Los camioneros, que hasta ahora se habían mantenido al margen de las protestas —confiaban en poder conservador su régimen de jubilación que los permite retirarse a los 57 años, pero al final no será el caso—, se han sumado a ellas. Este lunes iniciaron una huelga y acciones de bloqueo en carreteras y polígonos industriales. También habrá paros notables en las grandes empresas del sector metalúrgico. “En la construcción, pedimos que paren las obras y también animamos a los comerciantes a bajar las persianas, ni que sea por unas horas”, dijo Marylie Léon, número dos de la CFDT.

“Demostración de fuerza”

“Vamos a hacer una demostración de fuerza”, afirmó esta moderada sindicalista. “Sentimos que mañana será un tsunami social”, añadió Murielle Guilbert, codelegada general de la combativa Solidaires. Más de 260 protestas han sido convocadas en el conjunto del país vecino. Los servicios de inteligencia calculan que habrá entre más de un millón y cerca de un millón y medio de manifestantes. Todo apunta que los sindicatos darán otro golpe contundente en la mesa.

Aunque estas protestas han deteriorado la popularidad de Macron —se sitúa en sus niveles más bajos desde el inicio de la pandemia del covid-19, pero por encima de la caída sufrida con los chalecos amarillos en 2018— y podrían marcar su segundo mandato, el dirigente centrista no parece dispuesto a retirar la reforma. Tampoco a hacer concesiones a los sindicatos, por ejemplo, una entrada en vigor más tardía (actualmente, está prevista para el verano). Como si fuera una cuestión de principios. 

Ante esta oleada contestataria, que no decae, el Ejecutivo vacila con sus tácticas comunicativas. Algunos ministros apuestan por criticar con dureza las protestas. El hecho de “paralizar Francia” supondría “asumir el riesgo de una catástrofe ecológica, agrícola, sanitaria o incluso humana”, aseguró el portavoz del Gobierno, Olivier Véran, en unas declaraciones que sonaron más bien exageradas. Otros intentan desviar la atención anunciando otras medidas, aunque con un éxito limitado. El anuncio del lunes por parte del ministro de Economía, Bruno Le Maire, de que los supermercados se comprometen a ofrecer un “centenar” de productos con precios bajos prácticamente ha tenido una mayor repercusión mediática en España que en Francia.

Y otros dirigentes apuestan por la clásica estrategia del avestruz. Poner la cabeza bajo tierra con la esperanza de que tarde o temprano amaine la indignación. El mismo Macron intenta mantenerse alejado del foco, centrándose en política internacional —por ejemplo, con una gira reciente por África—, aunque es consciente de que perderá unas cuantas plumas en esta crisis. “Lo único que importa ahora es que la reforma sea aprobada. Creo que al presidente le da igual el contenido (de la medida). Su objetivo es solo político”, reconocía un consejero presidencial al diario digital Mediapart.