8M en el mundo

Las mujeres atraviesan 2023 entre avances, peligros y estancamientos en América Latina

Doce mujeres son asesinadas cada día en una región donde el horizonte de la igualdad de género tropieza con numerosos obstáculos

Una mujer en una marcha feminista en Argentina.

Una mujer en una marcha feminista en Argentina. / EFE

Abel Gilbert

El 8M encuentra a los países latinoamericanos frente a un horizonte económico y social que no invita al optimismo: sus economías crecerán, en el mejor de los casos, un 1,3%, un número poco auspicioso para enfrentar los problemas de desigualdad que afectan a las mujeres. En medio de la adversidad se despliega la lucha por la ampliación de derechos y la participación femenina. Las calles vuelven a dar cuenta de estas urgencias, salvo en La Habana, donde la marcha es "virtual" por la hostilidad de las autoridades. Si bien la propia Naciones Unidas ha destacado que la región está "a la cabeza del camino a la paridad" en las legislaturas, los avances se ocultan tras números luctuosos. El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe ha dado cuenta que unas 12 mujeres son asesinadas a diario.

La regresión conservadora, ha detectado a su vez la ONU, marcada por un "activismo social de los sectores más reaccionarios a la lucha contra la desigualdad de género y las políticas de reconocimiento de los derechos de la diversidad sexual", no es ajena a los niveles de violencia. "No es posible que estemos bajo ataque del crimen organizado en constantes masacres y femicidios ¡Se terminó el tiempo de espera!”, dijo la presidenta de Honduras, Xiomara Castro. Sin la legitimidad que otorgan las urnas, la mandataria provisional de Perú, Dina Boluarte, expresó este 8M su repudio a la "visión machista y patriarcal" que tiene su expresión más lacerante en los asesinatos. Cada 48 horas muere una mujer por violencia de género en Perú. La mitad de ellas no llegan a los 24 años.

La palabra "feminicidio" comenzó a escucharse en Estados Unidos. América Latina la hizo propia como consecuencia de la espeluznante ola de crímenes en Ciudad Juárez, México. A partir de ese momento formó parte de los reclamos del movimiento feminista relacionados con el acceso a la justicia. A diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo, numerosos países de la región han tipificado en la actualidad en sus códigos penales a los "femicidios" como tales. Son además numerosas las normativas y leyes que buscan prevenir y castigar los ataques. En Argentina se ha incorporado hace 10 años al Código Penal el delito de ciberacoso sexual y se crearon fiscalías especializadas. Rige en ese país la llamada Ley "Mica Ortega", en honor a una adolescente que, tras ser engañada a través de internet, fue violada y asesinada. Tenía 12 años. Los cambios en la letra de la ley todavía se chocan con realidades que le dan la espalda. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) contabilizó en 2021 que al menos 4473 mujeres perdieron la vida por agresiones machistas. Honduras, República Dominicana, El Salvador, Guyana, Bolivia y Brasil ha sido los países más afectados.

La violencia política puede ser, también, de género, como lo han expuesto los asesinatos de la lideresa indígena y defensora del medioambiente Berta Cáceres en Honduras, y la concejala negra que se oponía a las milicias militares y paramilitares de Río de Janeiro, Marielle Franco. El intento de magnicidio contra la vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y el atentado contra la vicepresidenta de Colombia Francia Márquez, suponen una peligrosa novedad.

Avances y retrocesos

El antifeminismo latinoamericano que, a diferencia del europeo tiene un mayor componente religioso, ha crecido notablemente en el espacio virtual donde las incitaciones al linchamiento o el llamado a la restauración de las jerarquías es parte de una lengua común de consecuencias lamentables.  El 97% de las mujeres que viven o trabajan en la ciudad de Buenos Aires ha padecido situaciones de acoso. Su actual alcalde, Horacio Rodríguez Larreta, aspira a ser el candidato presidencial de la derecha en las elecciones de octubre. Como parte de su campaña, anunció en las vísperas del 8M que, de llegar al Gobierno nacional, cerraría el ministerio de la Mujer por cuestiones de costo.

"Hoy, con la memoria de todas quiénes han luchado por hacer una sociedad más justa para las mujeres, conmemoramos con el corazón y la fuerza feminista un nuevo 8M. Queda mucho por avanzar, pero unidas lograremos una vida libre de violencia y un país con más derechos para todas", dijo la portavoz del Gobierno chileno, Camila Vallejo. "En los últimos años hemos visto la masividad del movimiento feminista, hemos comenzado a hablar de feminismo sin una connotación negativa’", sostiene Priscila González, integrante de la Coordinación Nacional de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres. Esa lucha ha tenido hitos importantes en las leyes destinadas a sancionar la violencia de género y la interrupción voluntaria del embarazo, y estuvo a punto de materializarse en una Constitución de fuerte cariz de género. La Carta Magna fue rechazada en setiembre pasado en una consulta popular.

Luiz Inacio Lula da Silva ha asumido el pasado 1 de enero por tercera vez la presidencia brasileña. La participación de mujeres en su gabinete de ministros y otras estructuras del Gobierno puso fin a las tendencias misóginas que imperaron en la era de Jair Bolsonaro. Durante el último año de gestión del capitán retirado, unas 51.000 mujeres sufrieron a diario alguna situación de violencia. Las representan actualmente en Brasil el 45% de los funcionarios gubernamentales. Sin embargo, sólo ocupan el 33% de los altos cargos, que incluyen direcciones, secretarías y ministerios. Una constante de la asimetría que se repite en otros países.