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Sánchez empujará la autonomía estratégica durante la presidencia de la UE, pero eludirá el foco militar

Macron pide más soberanía europea en Defensa y así se acordó en el Consejo de Versalles del año pasado, pero España pondrá el foco en la autonomía desde el punto de vista de la transición ecológica, la economía, la alimentación y la salud

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron. / EFE

Mario Saavedra

Hace un año, la presidencia de turno francesa de la Unión Europea sufrió un vuelco inesperado. Rusia había invadido Ucrania para sorpresa del mundo, y el Viejo Continente se despertó bruscamente de su sueño de paz total. El conflicto estaba muy cerca, y eso iba a cambiarlo todo. Los líderes europeos se reunieron en el Palacio de Versalles, a las afueras de París, acordaron corregir el rumbo y volver a poner el foco en la cuestión militar, en la compra de armamento y la inversión en defensa. Hablaban de soberanía estratégica. No depender para todo del exterior, ya sea de las mascarillas fabricadas en China o de la industria militar de Estados Unidos. “Ante el aumento de la inestabilidad, la competencia estratégica y las amenazas a la seguridad, hemos decidido asumir una mayor responsabilidad respecto de nuestra seguridad y adoptar nuevas medidas decisivas para construir nuestra soberanía europea, reducir nuestras dependencias y diseñar un nuevo modelo de crecimiento e inversión para 2030”, se leía en la declaración final. Para ello, se comprometían “al refuerzo de nuestras capacidades de defensa, la reducción de nuestra dependencia energética, y el desarrollo de una base económica más sólida”.

Un año más tarde, España prepara su propia presidencia del Consejo, que empezará en julio de este año. Se va a impulsar la autonomía estratégica, sí, pero el foco no va a estar en la independencia militar, como se intentó en Versalles, sino en los temas que afectan a la población, indican fuentes gubernamentales. No es el momento de clamar por una independencia en Defensa de Estados Unidos, mientras Washington asume la parte más importante de la factura de la guerra en Ucrania.

Además, algunos de los miedos en relación al impacto del conflicto se han ido atenuando. Las consecuencias sobre la vida de los ciudadanos europeos de la guerra de Ucrania parece limitarse a la inflación. El invierno se ha pasado sin escasez de combustible o calefacción. 

Si todo sigue el guion que se pergeña en Moncloa y en el ministerio de Exteriores, los ejes de autonomía estratégica que tratará de poner Sánchez sobre la mesa girarán en torno a cuatro ejes: la transición ecológica, la economía, la alimentación y la salud. Se hablará mucho sobre cómo bajar los precios de los alimentos, garantizar los suministros de microchips, la producción para paneles solares. Sobre cómo fortalecer la industria europea o garantizar el suministro de los insumos de salud, aprendida la lección tras la pandemia. Y sobre alimentación, para lo que se intentará, entre otras cosas, hacer avanzar la agenda latinoamericana, con un acuerdo comercial en ciernes (Mercosur). Pero no se tratará de acelerar la soberanía militar, ni de poner distancia con el socio americano, según las mismas fuentes. 

Y en esto choca Sánchez con el espíritu y el discurso de su homólogo Macron. El galo ha vuelto a pedir más independencia de pensamiento y obra de la UE respecto a Washington, ya sea sobre China y Taiwán o sobre defensa.  

Tras su viaje a China, Emmanuel Macron ha pedido más autonomía de Estados Unidos para las decisiones geopolíticas de Europa. En conversación con un grupo de periodistas, el presidente francés dijo que la Unión no puede depender de la política dictada por Washington sobre China. Y que la autonomía estratégica de Europa significa, desde su punto de vista, no arriesgarse a que el continente se vea arrastrado a crisis que no son suyas; admitir el desacuerdo con EEUU y tener una estrategia europea propia sobre Ucrania, China o las sanciones a Rusia. Los europeos, dijo, “no debemos simplemente hacer seguidismo en este tema ni ir al ritmo estadounidense o de las reacciones exageradas de China", subrayó. “La clave para depender menos de los estadounidenses es fortalecer nuestra industria de defensa y acordar estándares comunes", añadió.

El discurso ha sentado mal en los mentideros políticos españoles. Fuentes diplomáticas francesas rebajan el diferendo: “Lo que ha dicho el presidente tiene todo el sentido, porque lo que intenta es evitar una nueva escalada bélica en la que Europa se vea arrastrada por Estados Unidos”.

Francia siempre ha tenido un discurso insistente sobre la independencia militar europea. Es la única potencia nuclear de la UE y es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo que le da galones en política de Defensa. Al mismo tiempo, suele poner cortapisas al lanzamiento efectivo de una industria militar europea común, por miedo a compartir sus secretos militares con otros países, como Alemania. El último ejemplo ha sido el rifirrafe sobre el multimillonario programa del sistema de combate aéreo europeo del futuro, FCAS.

Autonomía estratégica

Esta diferencia de foco no quiere decir que durante la presidencia española no se vaya a hablar de defensa en general y de Ucrania en particular.

Primero, porque cuando Europa lanza un plan de decenas de miles de millones de euros para el desarrollo de la industria de los microchips, en el fondo responde a uno semejante lanzado por Washington. Y los microchips son, también y en buena medida, industria militar, defensa, seguridad. 

Además, el consejo informal de ministros de la UE de Granada en octubre se va a hacer coincidir con la reunión de la Comunidad Política Europea. Los 44 socios de este grupo (todos los de la UE más Reino Unido, Turquía o Ucrania, entre otros) se reunirán en la Alhambra de Granada para hablar de la guerra. Podría incluso acudir el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski

Es previsible, además, que se avance en iniciativas de defensa europeas que sean complementarias a la OTAN, apuntan fuentes conocedoras del Gobierno. Por ejemplo, extensiones de los acuerdos para proveer de munición a Ucrania, o mayores dotaciones para el Fondo de Paz Europeo, que es en realidad el programa por el que la UE devuelve a los estados lo que han gastado en armamento enviado al país invadido. 

Europa tiene en marcha un plan de acción para reforzar la política de seguridad y defensa de la UE de aquí a 2030. Se llama Brújula Estratégica, y pretende dotar a la Unión Europea de instrumentos de reacción ante amenazas militares. Se creará una Capacidad de Despliegue Rápido de la UE de hasta 5.000 militares para diferentes tipos de crisis; tendrá la capacidad de desplegar una misión civil de la PCSD (la política común de seguridad y defensa) con 200 expertos plenamente equipados en un plazo de 30 días, incluso en entornos complejos; llevará a cabo periódicamente ejercicios reales en tierra y en el mar;- aumentará la movilidad militar; reforzará las misiones y operaciones civiles y militares de la PCSD, promoviendo un proceso de decisión rápido y más flexible, actuando de manera más firme y garantizando una mayor solidaridad financiera; utilizará todas las posibilidades que ofrece el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz para respaldar a sus socios.

Esa iniciativa pretende convivir con la Alianza Atlántica. “Una Unión más fuerte y más capaz en materia de seguridad y defensa contribuirá positivamente a la seguridad transatlántica y mundial de forma complementaria a la OTAN, que sigue siendo la base de la defensa colectiva de sus miembros”, dice el texto de la Unión Europea, que se elaboró antes de la agresión rusa a Ucrania pero se actualizó una vez iniciada la guerra.