Refugiados
La derecha y los ultras colocan el retorno de los sirios en la campaña electoral alemana
El radicalismo derechista exige el cierre de fronteras y los conservadores moderados plantean incentivos al regreso a Siria de los asilados

Los líderes de Alternativa para Alemania (AfD) Tino Chrupalla y Alice Weidel, el pasado sábado en el congreso de su partido. / CLEMENS BILAN / EFE

"Nuestras fronteras están cerradas. No admitimos ni uno más": este es el mensaje que debe mandar el próximo Gobierno alemán, según la candidata de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel. "La prioridad es impedir nuevas mareas de asilados a Alemania tras la caída de Bashar al Asad", añade Tino Chrupalla, su compañero de presidencia bicéfala de la AfD, segundo partido en intención de voto en las elecciones generales previstas para el 23 de febrero. "Hay que hacerles una oferta: poner a su disposición vuelos chárter y darles 1.000 euros a quienes quieran regresar", considera Jens Spahn, vicepresidente en el Parlamento del bloque conservador de Friedrich Merz, líder en los sondeos para los próximos comicios nacionales.
Mientras la derecha plantea'‚incentivos al retorno' para el casi millón de sirios acogidos en Alemania desde 2011 o, en el caso de la AfD, negar el derecho al asilo a nuevos solicitantes, el Ejecutivo alemán clama por la cautela. La caída de Asad es "una buena noticia", coincidieron el canciller socialdemócrata Olaf Scholz y la ministra de Exteriores, la verde Annalena Baerbock. Pero la situación es "volátil", según sus respectivos portavoces. Hay que esperar a ver cómo evoluciona Siria, si se respetan los derechos de las minorías, especialmente la kurda o la alauí, añaden fuentes de Cancillería y de Exteriores.
Por lo pronto, la Oficina Federal para la Migración y los Refugiados (BAMF), dependiente del Ministerio del Interior, no adoptará decisiones acerca de las solicitudes de asilo pendientes de resolución. Es decir, se dará prioridad a las peticiones de refugiados de otras procedencias, lo que administrativamente significa "rebajar su prioridad". A la práctica, supone colocar sus expedientes 'por debajo' de los del resto de solicitantes, explicó a este diario una portavoz de Interior.
En espera de tramitación hay unas 47.000 solicitudes. En total viven en Alemania unos 975.000 ciudadanos de origen sirio, lo que les convierte en el mayor colectivo entre los 3,5 millones de residentes llegados como solicitantes de asilo --aunque les superan los ucranianos, con un millón y medio, pero exentos de tener que superar ese trámite--. Entre este casi millón de sirios, unos 325.000 lograron el estatus de refugiado y a otros 330.000 se les reconoce la protección subsidiaria. El resto están bajo distintos regímenes, incluidos que deberían haber abandonado Alemania, pero siguen en el país en condición de 'tolerados'.
El Gobierno de Scholz, actualmente en minoría tras colapsar el tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales, no quiere precipitar decisiones. "La situación es de todo, menos estable", según el departamento de Baerbock.
Alegría e incertidumbre tras la caída del tirano
"Estamos felices, cayó el tirano. Pero sufrimos mucho hasta llegar donde estamos. Que no nos metan prisa", explicaba a EL PERIÓDICO Rama, una abogada de 40 años, ahora cocinera en Berlín, entre la marea humana que se desplegó estte domingo en la capital alemana, tras la caída de Asad. Lleva siete años en Alemania, donde se trasladó con la fórmula del reagrupamiento familiar entonces vigente. Seguía a su esposo, "uno de tantos sirios llegados en 2015, aunque no se hizo el 'selfie' con Angela Merkel", explica. La entonces cancillera mantuvo abiertas las fronteras mientras otros países las cerraban, lo que favoreció la llegada de casi un millón de refugiados ese año. Alguno de ellos, pero no su marido, se hizo luego la foto con la líder, defensora de la vía humanitaria y convencida de que Alemania podía acogerlos.
Rama estuvo entre los miles de sirios que el domingo se lanzaron a festejar por las calles de los barrios multiétnicos de Kreuzberg y Neukölln, en Berlín. Toda Alemania, desde Duisburgo o Essen, en el oeste, a Múnich, en sur, vivió escenas parecidas.
El regreso entra en los planes de los hombres jóvenes o de los recién llegados. Pero no para quienes, como el esposo de esta abogada y cocinera, con trabajo estable y dos hijos pequeños nacidos en Alemania, ven en la caída de Asad la posibilidad de volver, pero solo "de visita" para reencontrarse con sus familiares.
"Es un día de esperanza y alegría, pero son muchas las incertidumbres sobre Siria", explica el portavoz de la oenegé Pro Asyl, Tarep Alaws. En las manifestaciones de Berlín y otras partes del país se mezclaban muchas biografías. Desde los que se jugaron la vida entre Turquía y Grecia para luego seguir hacia el norte, a los que pudieron acogerse al reagrupamiento familiar. También seguidores de la islamista Organización para la Liberación el Levante (HTS). La policía, generalmente más que estricta respecto a la exhibición de cualquier símbolo interpretable, a ojos de la autoridad alemana, como antisemita o del radicalismo islámico, incluido llevar un pañuelo palestino, hizo la vista gorda. El sentimiento dominante era la alegría.
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