Estrategia política

La gran coalición o 'Groko' alemana: ¿receta de éxito o única vía posible?

El conservador Friedrich Merz y los derrotados socialdemócratas tantean una nueva alianza de gobierno para aislar a la ultraderecha, una fórmula ya aplicada en el pasado que acabó deviniendo impopular y erosionando a los dos socios

La conservadora Angela Merkel y el socialdemócrata Martin Schulz, que integrarían una gran coalición, durante un debate electoral en septiembre de 2017.

La conservadora Angela Merkel y el socialdemócrata Martin Schulz, que integrarían una gran coalición, durante un debate electoral en septiembre de 2017. / HERBY SACHS WDR / POOL / EFE

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

Berlín

Alemania se dirige hacia una nueva gran coalición entre conservadores y socialdemócratas, apodada 'Groko'. Recuperará así el modelo marcado en tres de sus cuatro legislaturas por Angela Merkel, representante del centrismo entre los conservadores. Su liderazgo ahora corresponde a Friedrich Merz, ganador de las elecciones generales y defensor de una línea más derechista. Es la única fórmula posible para garantizar una mayoría parlamentaria y, a la vez, mantener el cordón sanitario contra la ultraderecha. En Alemania, un país obsesionado por la estabilidad, no se contempla un gobierno nacional en minoría respaldado por aliados puntuales en el Parlamento.

La 'Groko' fue considerada en el pasado una constelación para situaciones de emergencia y como último recurso, ya que condena a la oposición a una posición simbólica. Sin embargo, se ha cimentado en Alemania como puntal de estabilidad. El hundimiento del tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales que dirigió Olaf Scholz ha reafirmado el rechazo a experimentos contranatura a escala federal.

El equipo de Merz y el del Partido Socialdemócrata (SPD), dirigido por su copresidente, Lars Klingbeil, iniciaron ya en la semana siguiente a los comicios sus "contactos de tanteo", fase previa a las negociaciones formales. Las prioridades de Merz son la reactivación económica tras dos años en recesión, las inversiones en Defensa de una Alemania que ya no confía en EEUU y el cerrojo a la inmigración irregular. Las del SPD, salvar la cohesión social de los temidos recortes conservadores y fórmulas menos drásticas en materia migratoria.

Merz quiere una formación de gobierno rápida, porque "el mundo no espera", como ha venido repitiendo en toda su campaña. Por rápida se entiende en Alemania un par de meses. Para Semana Santa quiere tener cerrado el pacto de coalición y el reparto de puestos entre los socios. Luego se someterá a la elección del Parlamento.

En rigor, la nueva alianza no debería llamarse ya 'Groko', o coalición entre los grandes, dado que los socialdemócratas cayeron al tercer puesto. Pero ese es el término acuñado para una alianza que ha evidenciado sus grandezas y debilidades. Más que receta de éxito, parece un plato único surgido de la voluntad compartida de mantener aislada a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), segunda fuerza a escala nacional.

El precedente de Kiesinger, el canciller más fugaz

Hasta la llegada de Merkel al poder, el único precedente de una 'Groko' correspondió al corto periodo del conservador Kurt Georg Kiesinger (1966-1969). No accedió al poder a través de las urnas, sino tras hundirse la coalición con los liberales del "padre del milagro alemán", Ludwig Erhard. La gran coalición nació como recurso a la situación de inminencia. Kiesinger fue el canciller más fugaz de la historia de la República Federal de Alemania (RFA) y uno de los más controvertidos. De su paso por la cancillería se recuerdan varias leyes de emergencia, así como la bofetada que le propinó en público la periodista y cazanazis Beate Klarfeld por su pasada militancia en el partido de Adolf Hitler.

Merkel, bajo el fuego amigo bávaro

Angela Merkel accedió al poder en 2005 tras imponerse por la mínima al socialdemócrata Gerhard Schröder. El entonces canciller pasó de no reconocer su derrota a tener que ver cómo su partido negociaba una gran coalición con su rival. Otras posibilidades de tripartito, bajo liderazgo conservador o socialdemócrata, habían quedado descartadas tras tibios conatos negociadores.

Pese a la superioridad numérica, Merkel no tuvo una legislatura fácil. Estuvo bajo fuertes presiones desde su propio bloque, que en realidad integran dos partidos: la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU). Sobre la entonces cancillera se vino la furia de la CSU que le exigía el cierre de las fronteras a los refugiados.

En 2009, Merkel reeditó la fórmula de la coalición con sus aliados naturales, los liberales. Pero el derrumbe de sus socios en las siguientes elecciones generales, en 2013, en que quedaron fuera del Parlamento, la obligó a volver a la 'Groko'. Su CDU/CSU había rozado la mayoría absoluta en esos comicios. Su principal apoyo en este mandato fue el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, su ministro de Exteriores, que desde este puesto saltó a presidente del país por consenso.

El cuarto y último mandato de Merkel se abrió en 2019 tras forzar Steinmeier, desde la presidencia, a su correligionario, el derrotado Martin Schulz, a ceñirse a una nueva 'Groko'. Esta fórmula de gobierno era por entonces impopular y había erosionado a ambos socios. De nuevo, el azote para Merkel hasta su retirada fue la convivencia con la CSU, esta vez representada por su ministro de Interior, Horst Seehofer, obsesionado en cerrar fronteras. Su regalo de despedida al SPD lo personificó Olaf Scholz, su último vicecanciller y ministro de Finanzas, vencedor de las siguientes elecciones por representar la continuidad respecto a Merkel, pese a pertenecer al partido rival. Juntos representaron el más armónico traspaso de poderes que se recuerda en Alemania.

Los escollos actuales

A Merz, sin experiencia de gobierno ni a escala regional, no se le reconocen las dotes para el consenso que caracterizaron a Merkel. La CSU está ahora representada por su líder y primer ministro de Baviera, Markus Söder, un político con reputación de 'macho alfa'. La primera foto del núcleo duro en torno a Merz fue un golpe desde la perspectiva de la paridad de género: seis hombres y ninguna mujer. En el equipo ampliado de sondeo sí hay alguna representante de la CDU, aunque de escasa relevancia. El SPD compensa un poco la grieta de género. El equipo de Klingbeil incluye a la copresidenta del partido, Saskia Esken; a la ministra del Interior, Nancy Faeser, y a la presidenta del Parlamento, Bärbel Bas. Su pieza fundamental, a priori, en el camino a una 'Groko', será sin embargo el ministro de Defensa, Boris Pistorius. Es un político carismático, que sonó como candidato del SPD en lugar de Scholz, pero que se hizo a un lado para evitar mayores desgarros entre los socialdemócratas.

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