ELECCIONES AUTONÓMICAS
La enésima injerencia de Trump crispa el final de campaña de una Groenlandia que 'no se vende'
El independentismo no rupturista aspira a reafirmarse en las elecciones de este martes en el territorio autónomo danés

Imagen de deshielo en Groenlandia, una parte del mundo muy afectada por el calentamiento global. / Felipe Dana / AP

“El presidente Donald Trump no está tratando a los groenlandeses con el respeto que nos merecemos”, denunció el presidente autonómico de Groenlandia, Múte B. Egede, ante la televisión pública danesa DR. “Está tratando de influir en los groenlandeses y eso es inaceptable”, añadió la diputada Aaja Chemnitz, del mismo partido socialista Inuit Ataqatigiit (IA) que Egede y una de las dos representantes de esa inmensa isla en el Parlamento danés, junto con Aki-Matilda Hoegh-Dam, del asimismo independentista Naleraq.
La ultimísima oferta de Trump para hacerse con Groenlandia ha crispado la recta final de la campaña electoral groenlandesa, el territorio autónomo danés que este martes elige su nuevo Parlamento. “Les vamos a seguir proporcionando seguridad como hemos hecho desde la Segunda Guerra Mundial. Estamos dispuestos a invertir billones de dólares para crear empleo y hacerles ricos”, escribió Trump desde su red Truth Social, en vísperas de la cita con las urnas en ese territorio inmenso y con una densidad de población ínfima. Son 57.000 habitantes por 2,2 millones de kilómetros cuadros, un 80 % de los cuales permanentemente helados.
La “oferta indecente”, en palabras de Chemnitz, acaparó este lunes los comentarios de los diputados del Folketinget, el Parlamento de Dinamarca. También las portadas de diario groenlandés ‘Semitsiaq’ y la radio pública del territorio autónomo, KNR, en un final de campaña que en Nuuk, la capital groenlandesa, discurre bajo toneladas de nieve. “Es indecente que justo un negacionista climático quiera sacar provecho del dramático deshielo de Groenlandia”, apuntaba la diputada ecologista del Folketinget, Franziska Rosenkilde. A nadie escapa que las ansias de Trump por controlar Groenlandia proceden de la riqueza de su subsuelo y de las nuevas vías de navegación polares que posibilitará el deshielo acelerado del Ártico.
Las provocaciones de Trump y sus propósitos de ‘comprar’ o anexionarse Groenlandia no son nuevas. Ha insistido en la cuestión desde su victoria electoral y regreso a la Casa Blanca, pero ya las hizo en 2019 durante su primer mandato. La respuesta de Nuuk y de Copenhague siempre ha sido un ‘Groenlandia no se vende’ compartido por todo el espectro parlamentario, en un territorio autónomo cuyo estatuto contempla desde 2009 el derecho a la autodeterminación. En rigor, ni siquiera es un invento de Trump. Suele recordarse que en 1867, tras comprarle Alaska a Rusia, Estados Unidos consideró hacer lo mismo con Groenlandia e Islandia. Durante la II Guerra Mundial, con Dinamarca ocupada por los nazis, asumió también Estados Unidos la defensa de Groenlandia con un contingente de 10.000 soldados. Para Trump, Washington es un ‘garante de la seguridad’ de la isla. Un acuerdo firmado en 1951 entre Washington y Dinamarca reconoce el derecho de EEUU a construir ahí sus bases, como la llamada Pituffik, con unos 200 soldados. Es decir, más del doble de los que tiene el ejército danés, pese a que a las competencias en política exterior y Defensa de Groenlandia corresponden a Copenhague.
Sin perspectivas de sacudida electoral
Todo lo que ‘toca’ Trump adquiere una dinámica explosiva y Groenlandia no iba a ser una excepción, al menos en cuanto al impacto mediático que rodea unas elecciones parlamentarias de las que, en rigor, no pueden esperarse grandes cambios. Tanto el IA de Egede como su socio de Gobierno y segunda fuerza, Siumut, comparten el objetivo independentista.
Siumut se plantea plazos más rápidos e incluso la convocatoria de un referéndum en la próxima legislatura. El independentismo más rupturista está representado por Naleraq, que se disputa el tercer puesto con Demokratiit. No hay sondeos recientes, sino de hace casi un mes, y ahí se apunta a una reedición de la alianza entre IA y Siumut, los dos partidos que se han alternado el poder desde el primer estatuto de autonomía de 1979.
El Dorado de las misteriosas tierras raras
“Las tierras raras no valen nada mientras no se extraen”, explica Jakob Klove Keiding, jefe del departamento de Minerología del Servicio Geológico para Dinamarca y Groenlandia (GEUS). Del discreto ámbito científico ha pasado a ver requeridas sus opiniones para toda cuantificación, a ser posible en dinero, relativa a ese ámbito denominado ‘tierra raras’, término que incluye materiales indispensables para el mundo moderno, desde telefonía móvil a baterías para automóviles, así como cobre, grafito o litio. Según GEUS, en Groenlandia hay 23 del total de 34 materias primas identificadas como tales. La presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, plantó hace un año una oficina permanente en Nuuk como parte de su estrategia para la llamada transición verde.
Además de las estimaciones sobre el subsuelo, el GEUS sigue la evolución del calentamiento de la tierra en la región. En 2024, y como viene ocurriendo desde hace 28 años, el hielo ártico se redujo. Perdió unas 80 gigatoneladas, más que en años anteriores.
El GEUS monitorea las reservas de minerales que aparentemente dejarán de ser inaccesibles o de explotación compleja con el deshielo. Se basa esencialmente en estimaciones de un subsuelo no explotado. Se calcula que los yacimientos de algunas de estas tierras raras están entre los mayores del mundo, con millones de toneladas, según Keiding. Pero Groenlandia no tiene ni las capacidades ni la técnicas para explotarlos. EEUU y Europa compiten en la carrera por acceder a ese moderno El Dorado. Hoy por hoy, domina ese mercado es China, que además de disponer de esa riqueza en su subsuelo fabrica el producto final.
Más de 70 años después de independizarse, Groenlandia depende económicamente de Dinamarca, que aporta el 50 % de sus presupuestos anuales. Los ingresos propios proceden de la pesca, mientras que su riqueza en minerales es algo más bien virtual. El Parlamento groenlandés bloqueó en 2022 la explotación de lo que habría sido el gran almacén de los minerales raros, Kuannersuit. La cámara prohibió por ley las explotaciones que impliquen material radioactivo por razones esencialmente medioambientales. En 2021, el sí o no a la explotación minera centró la campaña electoral que llevó a Egede al poder. Ahora, el lema común es ‘Groenlandia no se vende".
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