INVASIÓN DE UCRANIA

Exiliados rusos contra el colonialismo de Putin: “Esta guerra en Ucrania será parte de la identidad rusa para siempre”

Varios intelectuales rusos que salieron del país por la guerra o por la inseguridad política hablan en Madrid sobre los objetivos comunes de los exiliados

Acto de disidentes rusos organizado por CIDOB y fundación Fundación Friedrich Ebert  en Madrid

Acto de disidentes rusos organizado por CIDOB y fundación Fundación Friedrich Ebert en Madrid / CIDOB y Fundación Friedrich Ebert

Mario Saavedra

Mario Saavedra

Madrid

Alexander Baunov se define a sí mismo como un “soviet ragazzo”, un niño de la Unión Soviética. Cuando habla, mezcla el inglés, el español y el italiano. El italiano porque vive en Florencia desde hace tres años, tras huir de su Moscú natal en 2022 “para poder seguir trabajando libremente”, dice a EL PERIÓDICO. Él es politólogo del Fondo Internacional Carnegie para la Paz. Aprendió español para preparar su libro sobre la transición hacia la democracia en España, Grecia y Portugal, “que llegó a ser el texto de no ficción más vendido en Rusia de 2020”, se jacta. El final de las dictaduras interesaba en la Rusia de Putin ya entonces.

Ahora, Baunov es uno de los centenares de miles de rusos en el exilio. Una comunidad relativamente silenciosa, que ve desde la distancia cómo la Rusia ha derivado en una sistema autoritario unipersonal y belicoso. Y colonialista. Esa es la palabra que más se ha escuchado en el cónclave sobre el exilio ruso y la búsqueda de la democracia organizado por el centro de pensamiento CIDOB y la Fundación Friedrich Ebert este viernes en Madrid.

“Me veo a mí mismo constantemente explicando que Rusia es una dictadura y que la guerra que está librando es injusta”, dice Baunov. “Pero muchos europeos siguen viendo a Rusia como ese enorme vecino origen de una gran cultura. Quieren la paz con el país de Chaikovski y Dostoievski. Entonces yo les recuerdo que Dostoievski fue condenado a muerte por leer un texto junto a sus amigos, y solo fue indultado cuando ya estaba en el pelotón de ejecución”. 

“Protesté por la guerra, pero el movimiento no estaba maduro”

Alexandra Polianova vive y trabaja en Varsovia para el centro International Memorial. Escapó de su Moscú natal al comienzo de la invasión a gran escala rusa de Ucrania del 24 de febrero de 2022. Intentó protestar, muchos lo hicieron, pero no tuvieron éxito y fueron rápidamente neutralizados. “Yo participé en las manifestaciones, pero ni éramos lo suficientemente fuertes ni estábamos lo suficientemente maduros. No hay tradición de manifestaciones exitosas en Rusia. La represión obligó a muchos de aquellos manifestantes a exiliarse”, dice Polianova. Clama que hay que dar voz a los que resisten el colonialismo ruso. “Ya no podemos evitar que esta guerra en Ucrania vaya a ser parte de la identidad rusa para siempre. Igual que no se puede imaginar la identidad alemana sin el Holocausto, no se va a poder comprender la identidad rusa sin la agresión a Ucrania”.

Desde mi perspectiva trabajando con temas de memoria histórica, añade, es cierto que Rusia y la URSS no eran un imperio colonial como Reino Unido, España, Portugal o Francia, “pero es importante ver los eventos históricos como las deportaciones desde Chechenia, de los tártaros de Crimea, los polacos, los estonios o los letones dentro de la Unión Soviética hacia otras zonas de Asia o a Siberia”. Es “un mito” que “la URSS fuera un estado internacional, porque la identidad soviética era rusa, y rusófona. todas las otras identidades fueron destruidas durante los tiempos soviéticos”, concluye. Recuerda la frase del historiador estadounidense Timothy Snyder: en la URSS, si eras ruso, tus probabilidades de ser detenido eran 50/50; pero, si no lo eras, subían al 90%. 

“Descolonización” de la narrativa rusa

Marina Solntseva también pide reintrerpretar la situación actual desde el punto de vista del colonialismo. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética vendía la narrativa de que ayudaba a los países a romper con sus lazos coloniales, especialmente en África, afirma. Pero mientras mantenía una política de colonización interna, de rusificación de los indígenas, de Ucrania a Kazajistán.

Solntseva estudia su tesis doctoral en la universidad alemana FAU Erlangen-Nuremberg. Allí se marchó en 2017 “tras la anexión rusa de Crimea”, porque no se sentía cómoda “trabajando en teoría política dentro de Rusia”. 

Afronta una de las cuestiones ocultas en el exilio ruso tras la guerra, que es la desconfianza mutua entre los propios rusos fuera de su país. “Tenemos que afrontar esa desconfianza: nadie se siente seguro, nadie sabe con quién puede hablar, porque siempre hay riesgo de que nosotros o nuestras familias suframos las consecuencias”, aporta. 

Huir con un juicio por delante

Andrey Kalitin es un periodista ruso que ahora vive en Barcelona. Forma parte del colectivo de rusos en el exilio Asociación de Rusos Libres. Llegó a la capital catalana en 2024. El régimen había abierto un caso contra él por sus investigaciones sobre la participación del el Servicio Federal de Seguridad (FSB) en la preparación de las operaciones militares contra Ucrania. Fue arrestado en Moscú y estuvo tres días en prisión preventiva. En cuanto lo soltaron, en abril de ese año, se marchó. Escribe para los medios rusos en el exilio Novaya Gazeta Europe y The Moscow Times, prohibidos en Rusia. 

“Ahora es imposible trabajar como periodista en Rusia”, asegura en conversación con este diario. “Me presionaban para saber cuáles eran mis fuentes, y cuando salí ya no podía trabajar con ellas. Aquí puedo obtener información más interesante de Rusia y hablar con compañeros de España, Portugal, Alemania…”. 

Se estima en centenares de miles los rusos que se han ido al exilio, según Alexey Yusupov, director del programa de Rusia de la Fundación Friedrich Ebert. Pero los que están involucrados en actividades políticas “se cuentan solo por miles”. Algunos de ellos han estado este viernes en Madrid. Y han pedido confrontar el colonialismo ruso.

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