Nueva era en la Casa Blanca
Encerrona de Trump al presidente de Sudáfrica en el Despacho Oval: le acusa de permitir el "genocidio" contra los blancos
El presidente de EEUU proyecta un vídeo y muestra copias de artículos para insistir en sus acusaciones de una supuesta persecución de granjeros afrikáners blancos
Reprocha al gobierno sudafricano que haya llevado a Israel al Tribunal Penal Internacional por la masacre de Gaza

Lucía Feijoo Viera

Visitar a Donald Trump en el Despacho Oval durante su segunda presidencia se ha convertido en un deporte de riesgo para otros líderes políticos mundiales, incluso si llegan armados con herramientas que se sabe que pueden amansar al presidente republicano, como el agradecimiento efusivo, la adulación y las ofertas de acuerdos comerciales. Este miércoles lo ha comprobado en Washington el presidente de Suráfrica, Cyril Ramaphosa.
Casi tres meses después de que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se viera atrapado en el Despacho Oval por una bronca monumental de Trump y el vicepresidente, J.D. Vance, el líder surafricano ha corrido una suerte similar. Ramaphosa se ha visto atrapado en una emboscada preparada por Trump, que lleva semanas agitando acusaciones infundadas de un supuesto “genocidio” de blancos en Suráfrica y que, en un momento en que ha cerrado las fronteras de EEUU y acabado con el asilo y el refugio, ha acogido ya a 48 granjeros de la minoría blanca afrikáner.
Trump, que ha cancelado ayuda a Suráfrica y expulsó al embajador de Pretoria, declarándole “persona non grata”, volvía a criticar la ley de reforma territorial con que el gobierno de Suráfrica intenta abordar injusticias del Apartheid. Y en el Despacho Oval ha insistido en atribuir al gobierno “acciones y retórica de odio” hacia los blancos.
Encerrona
No queda ninguna duda de que lo que ha sucedido este miércoles era una encerrona, urdida por Trump y su equipo. Porque aunque el inicio de la comparecencia ante periodistas y cámaras previo a la reunión bilateral se ha desarrollado con normalidad relativa, con declaraciones positivas por ambas partes sobre la posibilidad de un diálogo provechoso, en cuestiones como el comercio y los aranceles o los recursos naturales de Suráfrica, la tensión era más que palpable y ha ido en escalada.
Ha estallado una vez que Trump, cuando ya habían pasado 20 minutos, ha ordenado que se rebajaran las luces para que se viera una television en la que se ha proyectado un vídeo con imágenes que tratan de sustentar sus acusaciones de “genocidio”.
Cuando la proyección ha acabado, Ramaphosa ha tratado de ofrecer respuestas, argumentos y dudas. Ha explicado a Trump, por ejemplo, que Suráfrica tiene un sistema multipartidista y que las declaraciones más polémicas que se veían en las imágenes corresponden a un líder de una formación minoritaria. También ha querido saber de dónde procedían imágenes de lo que Trump ha asegurado que era un acto de homenaje a “miles” de granjeros blancos asesinados.
El líder surafricano ha recordado también, tanto en ese como en otros momentos de la comparecencia, que aunque las cifras de asesinatos y criminalidad son elevadas en su país la gran mayoría de víctimas de violencia son negras. “Los granjeros no son negros”, se ha atrevido a responderle Trump, que también ha llegado a sugerir que los líderes políticos vistos en el vídeo deberían ser "inmediatamente arrestados" y ha cuestionado que, si llenan estadios, sean minoritarios.
El republicano ha ignorado e incluso contestado los argumentos de su homólogo y ha insistido en sus acusaciones exhibiendo una serie de folios con artículos impresos, que le ha pasado Vance, que supuestamente también hablan de las matanzas de granjeros blancos. “Muerte, muerte, muerte”, ha dicho. Los gestos de Ramaphosa indicaban que quería ver los artículos, quizá conocer su procedencia, pero Trump no se los ha dado.
Trump a lo largo de la comparecencia ha dado la palabra y tratado con deferencia a los surafricanos blancos Ernie Els y Retief Goosen, dos campeones de golf, y Johann Rupert, un empresario milmillonario. En el Despacho Oval ha estado también su aliado Elon Musk, originario del país, al que no ha hecho hablar en esta ocasión, aunque Musk lleva tiempo promoviendo públicamente las acusaciones que ahora lanza Trump.
Preparación inútil
Ramaphosa se había preparado claramente para el viaje a Washington y llegaba sabiendo que tendría que ponerse a la defensiva. Ha incluido en su delegación al ministro de agricultura, John Steenhuisen, que es blanco y de un partido de la oposición, y que cuando ha tomado la palabra en el Despacho Oval también ha negado el genocidio de granjeros blancos del que habla Trump.
De poco han servido, al menos en la parte ante las cámaras del encuentro, previas a la bilateral a puerta cerrada, esos esfuerzos de Ramaphosa por mostrarse amigable. Menos cuando Trump, que también se ha enfrentado al gobierno de su invitado por llevar ante la Corte Internacional de Justicia un caso contra Israel por presunta violación de la Convención sobre Genocidio en Gaza, se exasperaba por otros temas.
Lo ha hecho cuando un periodista de NBC, tras la proyección del vídeo, le ha preguntado sobre el avión de lujo Boeing de 400 millones que Qatar ha regalado para que funcione como Air Force One, una noticia que confirmaba el Pentágono. Trump se ha dedicado a insultar al reportero y a la cadena y a los medios de comunicación en general.
En un momento Ramaphosa ha intentado incluso tirar de humor. “Siento no tener un avión que darle", le ha dicho con una sonrisa en un momento a Trump. Este le ha replicado: "Se lo aceptaría".
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