Aumento de popularidad

Netanyahu intenta erigirse como el único protector de Israel tras la guerra con Irán

Pese a que la mayoría de israelíes defienden la "oportunidad histórica del conflicto", muchos opinan que hay un interés personal del primer ministro en la perpetuación de la guerra para mantenerse en el cargo

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante una rueda de prensa.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, durante una rueda de prensa. / Europa Press/Contacto/GPO - Archivo

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

Beirut

Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, que arrasó con más de 1.100 vidas israelíes, Binyamín Netanyahu apenas daba ruedas de prensa. En cambio, en las últimas dos semanas, el primer ministro israelí ha realizado como mínimo una y otras dos entrevistas en televisión, aunque con periodistas fieles. En sus intervenciones, no menciona la masacre de Hamás, que, a su vez, supuso el secuestro de 250 israelíes en la Franja de Gaza. Las palabras que más repite son Irán y victoria. “Netanyahu está volviendo a su relato, presentándose como míster Seguridad y como el único protector de Israel”, explica la doctora Gayil Talshir, profesora de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

“La historia que cuenta el primer ministro es que Israel experimentó una amenaza existencial durante el Holocausto que llevó a la creación del Estado de Israel y, ahora, él se ha encargado de deshacerse de la amenaza existencial que suponían las [potenciales] armas nucleares de Irán”, relata esta politóloga y experta en tendencias y opinión pública israelíes a EL PERIÓDICO. El pasado 13 de junio el gobierno de Netanyahu, el más ultraderechista de la historia de Israel, lanzó un ataque contra el régimen de los ayatolás. Tras unirse a la ofensiva israelí bombardeando instalaciones nucleares el pasado sábado, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció un alto el fuego dos días después. A su fin, bautizó el conflicto como “la guerra de los 12 días”.

Guerra en múltiples frentes

Ambos bandos han declarado su victoria en los enfrentamientos, que dejaron 600 muertos en Irán y una treintena en Israel. Para Talshir, igual que para muchos israelíes, el conflicto era necesario, porque Tel Aviv “se topó con una oportunidad histórica para lanzar este ataque que se dirigió estrictamente contra el programa nuclear”. Pero muchos otros, sobre todo aquellos fuera de las fronteras israelíes y la minoritaria oposición que existe en su interior, opinan que hay un interés personal de Netanyahu en la perpetuación de la guerra. El conflicto con Irán tuvo lugar a la vez que el Ejército israelí bombardea a diario Gaza y el Líbano, realiza redadas violentas en la Cisjordania ocupada, ocupa territorio sirio, y ataca Yemen. 

Todo eso sigue ocurriendo en esta guerra de múltiples frentes que Israel ha ido expandiendo. Detrás, algunos señalan los cálculos políticos de Netanyahu. “La guerra constante permite al primer ministro postergar las elecciones que exige la sociedad israelí”, apunta Dani Filc, activista y profesor de la Universidad Ben Gurion del Negev. “Por lo menos hasta la guerra con Irán y de forma sistemática en los últimos 21 meses, estaba claro que Netanyahu perdía los próximos comicios, por lo que tenía interés en postergarlos lo máximo posible”, constata a este diario. Ahora, por primera vez desde octubre de 2023, el Likud de Netanyahu ha experimentado un aumento de popularidad. 

No obstante, los resultados de la última encuesta publicada el martes por el Canal 12 muestran que su coalición no lograría formar gobierno, al ganar solo 49 de los 120 escaños de la Knesset, el Parlamento israelí. En principio, las próximas elecciones en Israel se celebrarán en octubre de 2026. Pero la historia reciente en Oriente Próximo ha demostrado que nada está asegurado. En repetidas ocasiones a lo largo de su carrera, Netanyahu ha logrado esquivar un fin que parecía evidente y después resultó no serlo tanto. “El único interés en ir a elecciones anticipadas es que, si tienen lugar dentro de cuatro meses, parte de los costos sociales y económicos de la guerra con Irán todavía no se van a sentir con toda su intensidad”, constata Filc.

Interés político en Gaza

“Ahora, la verdadera pregunta sobre los intereses de Netanyahu tiene que ver con la cuestión sobre por qué la campaña en Gaza está tardando tanto”, aclara Talshir. “Si Israel pudo desmantelar el programa nuclear iraní en 12 días junto con Estados Unidos, y Hizbulá solo necesitó un par de semanas de intensa operación militar para ser debilitado, ¿cómo es posible que, con Gaza y Hamás –que son enemigos mucho menos fuertes–, la campaña esté tardando 21 meses?”, pregunta la politóloga. “Hay un interés político, y no militar, de los aliados de Netanyahu en Gaza”, responde. Sus principales socios de Gobierno, los ministros Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir, han expresado en repetidas ocasiones su intención de ocupar Gaza para probablemente acabar instalando asentamientos judíos en el territorio palestino.

A su vez, al primer ministro le beneficia continuar la guerra en Gaza, porque eso le permite seguir en el cargo. Además, la perpetuación de diferentes conflictos también está ralentizando sus juicios por corrupción. Las sesiones a menudo se cancelan por los riesgos de seguridad. “Netanyahu quiere alejarse lo máximo posible del 7 de octubre para no asumir su responsabilidad, tampoco quiere una investigación pública porque no quiere admitir su política de décadas de haber permitido que Qatar otorgara más fondos a Hamás y permitir su armamento, y tampoco quiere celebrar elecciones anticipadas, a pesar de que la gran mayoría de la sociedad israelí lo desea”, apunta la politóloga. “Netanyahu trabaja en contra del pueblo israelí en todos estos frentes”, añade Talshir.

A la espera de la investigación pública

Desde el 7 de octubre, el primer ministro israelí ha postergado la investigación pública que permitiría la depuración de responsabilidades hasta el final de la ofensiva en Gaza. Pero la oposición a la guerra en el enclave palestino no deja de crecer. Ya a finales de mayo, un 61% de israelíes estaba a favor del fin de la guerra y el retorno de los rehenes, y sólo un 25% apoyaba la expansión y la ocupación del enclave palestino. Esta semana sus aliados han expresado ciertas dudas sobre la campaña, en la que han muerto casi 900 soldados israelíes. "Hasta este momento, no entiendo por qué luchamos ni con qué propósito; ¿qué intentamos siquiera lograr allí, cuando los soldados mueren constantemente?”, se preguntó el presidente del Comité de Finanzas de la Knesset, y aliado clave de Netanyahu, Moshe Gafni, del partido Judaísmo Unido de la Torá, el pasado miércoles.

La huída hacia adelante de Netanyahu ha llevado a Israel a su guerra más larga, en la que el Ejército israelí ha matado a más de 56.000 palestinos y desmantelado cualquier signo de vida en el enclave. La brutal ofensiva militar contra Gaza no sólo le ha permitido mantenerse en el poder a la vez que va esquivando sus constantes crisis políticas por las desavenencias con sus radicales socios de gobierno por el futuro de Gaza o por la polémica ley de exención militar que exigen sus aliados ultraortodoxos, sino que también distrae al público israelí. Durante estos últimos 21 meses, Netanyahu ha logrado demorar los casos de corrupción pendientes en su contra. Con aún una cincuentena de rehenes en el enclave palestino, los israelíes han aparcado la lucha en contra de la reforma judicial, aunque continúan en las calles exigiendo la liberación de sus seres queridos.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents