Las aguas subterráneas desgastan el terreno

Calatayud, una venus con los pies de yeso

Calatayud, una venus con los pies de yeso

La erosión yesífera, que ha modelado los paisajes bilbilitanos con una belleza singular, es también el origen de los desprendimientos y los problemas de subsidencia que amenazan continuamente la ciudad

Hace tres años, en marzo del 2001, Dekek Ford, el mayor experto del mundo sobre fenómenos kársticos, se quedó impresionado en su primera visita a Calatayud por la composición yesífera del suelo en el que se asentaba la capital del Jalón. "Es la primera vez que veo una ciudad construida sobre un yacimiento de yeso", explicó a su compañero de viaje, el también geólogo Francisco Gutiérrez.

El paisaje bilbilitano sorprende a los viajantes por la singularidad de sus montes escarpados, sus barrancos agrestes, sus cárcavas cortadas o sus "castillos" naturales de piedra, que ofrecen panorámicas impresionantes. Pero el asombro del experto no hay que buscarlo ahí, o sí, porque los mismos procesos erosivos que originan en el yeso estos paisajes abruptos, lo convierten en un lugar desaconsejable para la urbanización. En ello coinciden no sólo los geólogos, sino también los arquitectos y los ingenieros que han analizado en los últimos meses los continuos problemas descubiertos en el casco urbano y los alrededores de la capital de la comarca.

Los montes de yeso se extienden por las cuatros riberas que confluyen en la ciudad bilbilitana. La sierra de Armantes, entre los valles del Ribota y el Manubles, los paisajes lunares que se alzan junto al Jiloca y el Perejiles, o los cortados rocosos que acompañan en su curso medio y alto al río Jalón tienen en común el color blanquecino de su tierra, la que le proporciona el yeso. Sólo con circular por las carreteras o caminos que discurren paralelas a estos ríos se observan en un primer golpe de vista las numerosas características que comparten: paredes inclinadas, farallones dibujando formas imposibles, o mallas metálicas para paliar el efecto de su erosión.

El paso de los siglos ha sometido a estos gigantes de yeso a una constante degradación que ha moldeado sus formas y provocado al mismo tiempo continuos desprendimientos y oquedades.

Pero el talón de Aquiles de este singular paisaje no está precisamente a la intemperie, sino en las profundidades del subsuelo. El proceso erosivo que provoca el agua subterránea de los numerosos barrancos, corrientes y conductos artificiales que discurren por Calatayud, somete el yeso a un acelerado desgaste que pone en peligro todo lo que se erige sobre sus pies ocasionando numerosos problemas.

RUBEN CRISTOBAL

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