Tradicionalmente se había pensado que la sensación de acidez de estómago era una consecuencia de malos hábitos alimenticios. En efecto ciertos alimentos (picantes, alcohol, café, cítricos, etc.) pueden alterar la secreción de ácido del estómago y causar molestias consistentes en una sensación de ardor en la parte alta del abdomen. Se sabe que esta secreción de ácidos en el estómago está inducida por el estímulo nervioso de las células secretoras de la mucosa gástrica.

Desde hace años, existen medicamentos que posibilitan la neutralización al menos temporalmente este ácido. Son los llamados antiácidos como el bicarbonato, sales de bismuto, sales del aluminio y otros varios compuestos, con sus múltiples nombres y presentaciones comerciales. Pero sólo son "amortiguadores" temporales de esa acidez. Hace unos 25 años que existen medicamentos que inhiben o atenúan esta secreción de ácido. Fundamentalmente de dos grupos químicos, los inhibidores de los receptores de ese estímulo nervioso (cimetidina, ranitidina, famotidina); y más recientemente aparecieron los inhibidores directos del mecanismo intrínseco de esa secreción (omeprazol, pantoprazol). Son medicamentos que han aportado grandes posibilidades terapéuticas, aunque realmente sólo tienen efecto local ante esa secreción ácida.

En 2005 se dio el premio Nobel de medicina a los australianos Barry J. Marshall y J. Robin Warren, por su descubrimiento de la helicobacteria pylori y su papel en el tratamiento y curación de la gastritis y en la úlcera péptica. Ambos descubrieron que en la inflamación del estómago, es decir la gastritis, y la úlcera de estómago o de duodeno suele estar presente la citada bacteria, lo que mejoró considerablemente las posibilidades de tratamiento. Su identificación, en 1982, está considerada uno de los episodios científicos más relevantes de los últimos 25 años. Los dos científicos demostraron que los pacientes podían ser curados sólo si se erradicaba la bacteria del estómago. Gracias al descubrimiento pionero de Marshall y Warren la úlcera péptica ya no es más una enfermedad crónica sino una enfermedad que puede curarse con un breve régimen de antibióticos e inhibidores de la segregación ácida.

Para detectar si una persona es portadora de la bacteria se utilizan varios métodos:

- La determinación en sangre de anticuerpos específicos (es sensible, pero de difícil valoración por la persistencia de los anticuerpos tras la erradicación de la bacteria).

- La determinación mediante un sencillo test de aliento de la presencia de la bacteria en estómago (es sensible y además ayuda a valorar la erradicación de la bacteria).

- La biopsia endoscópica (la llamada prueba de la bombilla), que permite visualizar no sólo las lesiones ulcerosas, sino la forma y estado de toda la mucosa de esófago, hiato esofágico, estómago, antro pilórico y duodeno. Permite además tomar muestra para visión directa de la bacteria y cultivo, así como el estudio anatomopatológico de lesiones dudosas. Esta prueba es la más específica y además nos permite realizar diagnóstico diferencial con otras patologías del sistema digestivo que de otra manera nos pasarían inadvertidas, como el cáncer de estómago.

El Helicobacter Pylori tiene varias pautas de erradicación mediante combinaciones de antibiótico y antisecretores de ácido. Será su médico el que en cada caso pautará el tratamiento. De ningún modo se deben tomar los inhibidores de la secreción ácida, sin realizar un estudio adecuado pues podríamos enmascarar y retrasar diagnósticos de patologías no tan benignas como las anteriormente descritas.

ÁNGEL LABENA