La expedición del Grupo de Montaña El Castellar de Alagón formada por José Manresa y Rosana Muniesa logró en el mes de junio subir a la cima del Denali (6.194 m.) en Alaska, la montaña más alta de América del Norte. De esta forma José Manresa consigue la cuarta de las ‘Siete Cumbres’ o montañas más altas de cada uno de los continentes, después de subir el Kilimanjaro en África, el Elbrus en Europa, y el Aconcagua en América del Sur.

Manresa en la cima del Denali..

Manresa se mostró muy satisfecho de haber podido alcanzar la cima del Denali, también conocida como Monte McKinley, ya que «es una montaña que tiene varios récords: es la más alta de Norteamérica, la más cercana al polo norte y por tanto la más fría del mundo, y según los montañeros es la expedición más dura porque no hay porteadores, tienes que cargar con todo el material sin ayuda desde el principio de la ascensión».

La expedición comenzó el pasado 28 de mayo con el vuelo Madrid-Chicago y luego Chicago-Anchorage (Alaska). Lo primero que llama la atención del lugar es que, dada su cercanía al círculo polar ártico, en verano no se hace de noche: «Es la primera expedición en la que no hemos tenido que llevar linterna». José y Rosana viajaron por libre acompañados por dos montañeros navarros para que económicamente fuera viable.

El siguiente destino fue la localidad de Talkeetna donde se acaban las carreteras. Desde allí alquilaron una avioneta que tras 40 minutos de vuelo les dejó en un glaciar a unos 2.150 metros de altura: «El viaje es precioso. Vas viendo como cambia el paisaje y los ríos enormes que bajan de las montañas y se van cruzando. Lo primero que dije cuando bajé de la avioneta fue: vengo a por la cima, pero si no la consigo habrá merecido la pena por ver esto», comenta José Manresa.

Tras montar el campamento en el glaciar, al día siguiente partieron hacia el campo 1: «Se suelen hacer porteos llevando parte del material al campo de altura para volver a dormir, y al día siguiente subir el resto. Pero nosotros decidimos tirar todo lo que pudiéramos con todo el peso».

A partir del campo 3 la ruta se vuelve más complicada e inclinada por lo que decidieron subir parte del material 500 metros más arriba. Ya en el campo 4, verdadero campo base de la expedición, se tomaron el primer día de descanso, y la jornada siguiente la dedicaron a bajar a por el resto del material. Antes de subir al campo 5 a 5.200 metros, volvieron a hacer un porteo a 5.000 metros con parte del material, pero cuando llegaron a 4.800 metros Rosana decidió parar porque no podía más. Al cansancio se sumaba una ruta cada vez más complicada.

Así, al día siguiente Rosana se quedó en el campo 4 y José partió con los dos montañeros navarros hacia el campo 5. Tras pasar la pala de 45 grados y el corredor de hielo, afrontaron una cresta de 200 metros, medio trepada medio escalada: «Fue el día más técnico», y con él llegaron al campo 5.

El día de cima comenzó con la parte más peligrosa de la subida, una pala donde se han producido una treintena de accidentes mortales. Tras superarla afrontaron otra pala muy inclinada donde José fue poniendo mosquetones y pasando la cuerda «como cuando escalamos en roca». Pero al llegar a 6.000 metros le dió un «bajón», como ya le había ocurrido en el Chimborazo y el Aconcagua. «Tuve que hacer un esfuerzo muy grande para llegar a cima. Se te hace un mundo», explica.

El día 11 de junio José Manresa alcanzó la cima del Denali. Pero tras cumplir su objetivo no se podía imaginar que en la bajada se iba a llevar el mayor susto de toda la expedición: «A unos 30 metros del campo 5, íbamos bajando encordados y andando de lado y se me resintió la rodilla. Les dije que tenía que parar, me solté y mis compañeros continuaron bajando. Pero cometí un error: clavé el piolet y me apoyé en la pared. Se me partió el hielo de los pies y salí lanzado por la pala hacia abajo como un proyectil. Pensé que me iba a matar». Como no podía clavar los pies para frenar porque hubiera empezado a rodar, intentó clavar solo un pie para darse la vuelta pero no pudo: «Noté un golpe en la cara y más adelante otro, y empecé a perder velocidad. Me atreví a clavar los crampones y logré frenar. Estaba por debajo del campo 5. Creía que me había reventado la cara pero solo fue una pequeña herida en la nariz. Tuve mucha suerte».

Tras este susto, al día siguiente se reencuentró con Rosana en el campo 4 y juntos bajaron hasta abajo, y todavía pudieron disfrutar de unos días para hacer turismo por Alaska.

Una vez conseguida la cuarta de las ‘Siete Cumbres’, a José Manresa le gustaría subir la Pirámide de Carstensz en Oceanía, ya que de las tres que le quedan es la única que podría asumir económicamente siempre que pudieran ir por libre como han ido a Alaska: «Pero no me imagino como podemos ir por libre porque hay que contactar con una tribu que no tiene ni teléfono. Hay que atravesar una selva y ellos te hacen de guía. Aunque hay que tener cuidado porque son unas tribus que a veces entran en guerra».