Aunque todas las localidades de la comarca tienen una antigüedad de cómo mínimo varios siglos, ninguno de los cementerios de la zona tiene más de doscientos años, debido a que al aumentar progresivamente el tamaño de las poblaciones los camposantos quedaban integrados dentro del casco urbano, y sucesivas normativas de salubridad obligaron a ubicarlos en parajes extramuros a partir del siglo XIX.

Sin embargo esto no significa que entre las lápidas de los distintos pueblos no haya pocas curiosidades: ilustres personajes de gran influencia en el pasado, familiares de artistas célebres, etc. Por ejemplo, en Velilla de Ebro el personaje más curioso es el famoso Miguel Juan Pellicer, más conocido con el "Cojo de Calanda".

Según explica la historia de este milagro, éste era un labrador natural de Calanda que en 1637 y como consecuencia de un accidente sufrió la amputación de una pierna que le fue sustituida por una pata de palo. A raíz de esto, el joven se trasladó a Zaragoza en donde sobrevivía pidiendo limosna a las puertas del Pilar, hasta que tres años más tarde, en marzo de 1640 Pellicer despertó de un sueño y pudo comprobar como había vuelto a aparecer el miembro amputado.

Este prodigio, que tuvo enorme trascendencia en España y Europa, fue recogido en un acta notarial y atestiguado por veinticinco personas que confirmaron el milagro. Este documento se conserva actualmente en el despacho del alcalde de la capital aragonesa.

Tras hacerse famoso, Pellicer volvió a su pueblo natal, desde donde realizó numerosos viajes y peregrinaciones, y precisamente en el curso de uno de ellos se encontró repentinamente enfermo en Velilla de Ebro, en donde murió en 1647.

Desde entonces y hasta hoy la figura del "Cojo de Calanda" ha sido utilizada como paradigma de milagro, aunque, en años más recientes lo que para muchos es un hecho milagroso, para otros no. Por ello, entorno a esta figura se han impulsado numerosas investigaciones con las que se ha querido demostrar que todo fue fruto de la picaresca del personaje. En cualquier caso, sea cierto o no el milagro, lo que es seguro es que sus restos reposan en Velilla, aunque no se sabe exactamente dónde, tal y como aparece recogido en la placa que regaló a la localidad el pueblo de Calanda con motivo del 350 aniversario del milagro y que está situada en una fachada de la iglesia de la localidad.

GLORIA ABADIA