Una calle a las afueras de Magallón honra desde ayer la memoria de una de sus vecinas más destacada, Elisa Garrido, cuya historia vital pasó soprendentemente desapercibida en su localidad natal hasta hace unos meses. Garrido luchó contra el régimen nazi, llegando incluso a volar una de sus fábricas de obuses. Gracias a asociaciones memorialistas como Afaaem o Amical de Mauthausen, con la colaboración de sus familiares, se ha rescatado su figura del olvido. Estos acudieron el pasado 29 de junio al descubrimiento de la placa, en una jornada de tributo que también contó con la inauguración de una muestra fotográfica sobre mujeres deportadas y una mesa redonda.

Al acto acudieron su familia y el alcalde Víctor Chueca, así como el presidente de las Cortes de Aragón, Javier Sada, el líder de IU en Aragón, Álvaro Sanz, el presidente de Jueces Para la Democracia, Joaquim Bosch, y una nutrida representación de la CNT, a la que pertenecía Garrido.

También estuvo uno de los encargados de resucitar su memoria, Juan Manuel Calvo, de Amical, quien explicaba cómo, el hecho de que Garrido figurase en los registros con el apellido de su marido, Ruiz, había dificultado conocer su figura, pese a estar reconocida ya en Francia con la Legión de Honor y un grado militar honorífico. Fue precisamente un encuentro de memorialistas en Magallón, hace unos meses, el que permitió atar cabos y sacar a la luz su historia, sobre todo con testimonios de otras exiliadas que compartieron con ella los campos de concentración.

Con la familia, al menos con sus sobrinas, era muy discreta respecto a sus hazañas. Al menos así lo explicaban dos de ellas, Isabel Marco y Paqui Segura, que acudieron ayer al acto de inauguración de la calle. «Es una gran emoción porque teníamos mucha vinculación, venía todos los veranos y nos queríamos. A mí me dijo que tenía que hacerme valer ante mi marido y ante todos, y seguí su consejo», destacaba la primera.

Segura, que puso a su hija Elisa por su tía abuela, sí recuerda que alguna le contó las durísimas condiciones en las que la trasladaban en los trenes o cómo tenían que convivir con muertos en los campos para aprovecharse de su ración de comida. «Era una mujer valiente, adelantada a su tiempo», explicaba.

Los distintos intervinientes en el discurso destacaron su lucha, que la llevó desde el frente de Aragón a Francia, y de allí, capturada en la resistencia antinazi, a diversos campos, uno de los cuales saboteó, antes de poder volver a Francia, donde fue condecorada y murió. T