Este año el río Ebro visitó demasiado pronto a los vecinos de la localidad de Novillas. Ya la última semana de noviembre, y debido a las lluvias en el norte, la altura del agua a su paso por Novillas alcanzó los 6,80 metros y durante las dos semanas siguientes se mantendría en valores si bien no tan altos como el referenciado, de una magnitud considerable para la época del año en la que estamos. La situación lejos de mejorar se empeoró durante el fin de semana del 11 y 12 de diciembre.

Las labores se centraron en proteger el casco urbano del agua. |

Las precipitaciones seguían sin dar tregua, y en algunos puntos de la zona norte alcanzaban valores de más de 100 l/m2 en tan solo 24 horas la noche del día 9. Todo ello provocó el aumento significativo de los caudales de Arga, Ega, Aragón y demás afluentes, que durante los días 10 y 11 ya causarían estragos en la zona de Navarra. La punta de la crecida se esperaba en Novillas para la tarde del domingo. El servicio de emergencias ya había activado el plan especial de inundaciones en su fase 1, nivel de alerta que muy pronto se quedaría corto ya que se aumentó a fase 2 unas pocas horas después.

La punta de la crecida llegó el 12 de diciembre a Novillas. |

El sábado por la mañana llegaban los primeros dispositivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) a la localidad ribereña, y en coordinación con el personal de Sarga, así como de la corporación municipal y voluntarios, comenzaban a trabajar desde el punto de la mañana para prevenir posibles afecciones. La noche transcurrió más o menos tranquila en la localidad, pero con la vista puesta en el inusual aumento de nivel que se estaba produciendo en Tudela.

El personal de la Unidad Militar de Emergencias (UME) refuerza una mota en la localidad zaragozana. | SERVICIO ESPECIAL

Previendo que la mota del municipio pudiese verse rebasada, el domingo por la mañana la CHE activó el plan de emergencia y movilizó cerca de 30 camiones y una motoniveladora para reforzar esa mota de protección del municipio por cuya integridad en algunos momentos se llegó a temer seriamente. Tanto fue así que en torno a las seis de la tarde, el servicio de emergencias puso sobre la mesa el desalojo de los vecinos de las viviendas más cercanas al cauce, llevándose a cabo con total urgencia.

REUBICACIÓN DE LOS VECINOS

«La mayoría de los vecinos se reubicaron en viviendas de familiares. No obstante algunos de ellos hicieron uso de la residencia que el CD Oliver de Zaragoza tiene en un local municipal, donde fueron atendidos por los servicios sociales de la Comarca del Campo de Borja», indicó el alcalde, Abel Vera. Al día siguiente, todos los vecinos pudieron volver a sus casas y los niveles que habían llegado a cubrir la marca de 2015 durante algunos minutos (cercanos a los 8,50 m) poco a poco se fueron reestableciendo. Ese lunes todavía se llevaron a cabo actuaciones de emergencia, como la desarrollada por los bomberos de Zaragoza en una granja de 1.500 ovejas, por cuya vida se temió durante algunas horas, pero que finalmente estuvieron sanas y salvas.

Una vez las aguas volvieron a su cauce comenzaron las labores más desagradables, la evaluación de daños, que arroja unas 1.500 Ha que en mayor o menor medida se vieron afectadas. Instalaciones de riego destrozadas, caminos intransitables, motas abiertas, granjas en las que todavía no se han podido meter animales y campos que por el momento no se pueden volver a sembrar. Las labores de reparación de todos los daños se volvieron a retrasar, con el repunte de 1.700 m3/s que se vivió la semana del 10 de enero. «Y el ánimo de los novilleros cada vez se ve más tocado, ante un problema que cada año golpea con más fuerza y para el que piden una urgente solución», indica el alcalde.

Por el momento la urgente reparación de las infraestructuras rotas para que agricultores y ganaderos puedan seguir trabajando. Y después la ineludible limpieza del cauce, reivindicación histórica y cuyo pulso se mantiene aún con más fuerza por todos los vecinos de la ribera del Ebro.