Claudio Rainolter es un restaurador de órganos nacido en Suiza hace 58 años. Su mujer, Chistine, es alemana y juntos forman un equipo compenetrado y también comprometido en recuperar el patrimonio cultural que se oculta en los antiguos órganos de nuestros pueblos y que poco a poco van volviendo a la vida gracias a las manos de Claudio y al buen oído de Chistine. Él se encarga de reparar o crear de nuevo las mil y una piezas del mecanismo y ella se ocupa de la afinación, de conseguir el sonido perfecto de cada tubo.

"El primer órgano que restauramos en la comarca fue el de Longares, allá por el año 1982", comenta Claudio. Después le siguieron los de Cariñena y Paniza, y ahora les ocupa el de Villanueva de Huerva. Si una de las señas de identidad del Campo de Cariñena, junto con el vino, el mudéjar y la cerámica, es el patrimonio organístico, puede decirse que la comarca ha aportado un importante grano de arena en este sentido.

El matrimonio vive desde hace veinte años en Tarazona. Allí, en la parte más alta y antigua de la ciudad, han rehabilitado una vivienda que, además de acogedora, es un auténtico museo etnológico. Desde su terraza, como desde una atalaya, se divisan a su altura los campanarios de la catedral y de San Francisco y también las murallas; a sus pies, la Tarazona moderna y la vega del Queiles.

La pasión que sienten por su trabajo se deja notar en cuanto sale a relucir el tema. Más todavía, cuando alguien tiene la suerte de visitar su taller, aledaño a la vivienda, y escuchar de sus labios el minucioso trabajo que allí se desarrolla.

Durante mucho tiempo los cientos de piezas del órgano de Villanueva se distribuirán por las distintas dependencias esperando ser restauradas. En una el secreto mayor, corazón del órgano, y los dos secretillos sobrepuestos para Corneta Mayor y la corneta del Eco. En otra el teclado manual de 47 notas, que junto con los tirantes y pomos de los registros, pertenece a la primitiva fábrica. Las teclas están chapadas en hueso y el desgaste por el uso denotan su antigüedad y la constante y gran actividad organística en la iglesia. También revelan detalles más humanos como que hubo organistas ciegos que marcaron con pequeñas muescas las teclas, algunos en épocas más recientes puesto que han aparecido partituras en breile.

Pero lo que más abunda son los tubos y eso que de los 1.200 que forman la tubería, no llega a la mitad los que se conservan. Los que corresponden a notas más graves son prismas de madera recubiertos de piel de cordero para evitar las fugas de aire. Cuando éstas se producían las remendaban con lo que tenían a mano. Así se pueden observar pergaminos a mano y hojas de música antigua pegados a ellos, de las que por supuesto habrá que estudiar su contenido. Las de los sonidos agudos son trompetas de estaño.

El órgano de la iglesia de Villanueva data de 1592, y según Claudio, "era muy completo y poseía todos los ingredientes de la escuela aragonesa". Tiene la caja y gran parte de los tubos exteriores renacentistas, pero sufrió una importante reforma en la época barroca (finales del siglo XVIII), seguramente por el organero Mariano García, de Calatayud, para adaptarlo al gusto de la época. En ese momento se quitaron las puertas que se encuentran actualmente en el altar contiguo y que se duda si podrán recuperar su primitivo emplazamiento.

El órgano fue incluido en el Plan de Restauración de Órganos Históricos de 2005 por el Servicio de Restauración de la Diputación de Zaragoza. El presupuesto total de la restauración, que se realizará en distintas fases, asciende a 165.300 euros, a los que hay que añadir otros 60.000 euros, incluidos en el plan de Restauración de Inmuebles histórico-artísticos, también de la institución provincial, porque antes de colocar el órgano restaurado es imprescindible acondicionar los espacios para que no haya nada de polvo que es el enemigo número uno de estos instrumento, seguido de los roedores. La parte más delicada será la sala del fuelle ubicada en una zona que conserva la antigua crucería gótica. También hay que consolidar la tribuna donde se asienta todo el órgano.

J. L. RAMO