Como manda la tradición, Mezalocha celebró a finales de abril la festividad de San Pedro Mártir, de gran arraigo en la localidad. Tras los juegos infantiles y la yincana, casi un centenar de mezalochanos se dieron cita en el pabellón municipal para degustar una buena cena en la que no podían faltar los típicos caracoles, imprescindibles en esta noche. Continuó la velada con disco móvil hasta que, cada uno, estimó, quiso o pudo.

Esta es una fiesta especial en el pueblo puesto que tiene dos aspectos diferenciales como son la mencionada cena a base de caracoles, y la procesión del santo, hasta el peirón que lo cobija, a los pies de la ermita de San Antonio.

Una procesión que culmina con la ‘riña de banderas’, donde el bien y el mal se enfrentan hasta conseguir la rendición de la bandera roja (el mal), frente a la blanca (bien). Todo ello ante la imagen de un santo que, en tiempos, se hallaba cubierto en su totalidad por ramas de fresno, como símbolo mitológico de juventud, protección y prosperidad, a los quintos que lo portaban. T