La jota volvió a sonar el 14 de agosto con su vigor habitual en los rincones con más embrujo de la villa. ¿Sus protagonistas? La Asociación Los Amantes de la Jota de Muel. Tras unos años sin convocar una cita así, sus integrantes decidieron que era hora de retomar esta vieja costumbre tan sentida por otra parte visto lo visto.

La ronda se inició a las puertas de la iglesia de San Cristóbal. | SERVICIO ESPECIAL

La ronda comenzó a las puertas de la iglesia parroquial de San Cristóbal, a los pies de su torre mudéjar. Desde allí, recorrió las calles más estrechas y angostas, de la villa, en las que su propia acústica secular contribuye a realzar la interpretación y que la magia del canto cause su balsámico efecto. Canto, baile y rondalla, e interpretaciones de diferentes estilos, jotas, estribillos, rondadoras, hicieron las delicias de un número cada vez mayor de asistentes y curiosos: hasta varios centenares en momentos puntuales.

Tres paradas en el camino para refrescar garganta y ánimos, y algo para morder a conciencia y mantener el espíritu muy vivo. El recorrido tuvo el mejor de los colofones en un escenario de excepción: la presa romana bajo la ermita en el parque bien entrada la noche. El aplauso sostenido del público fue el mejor aval de continuidad posible para próximas citas.