El distrito de Casablanca era antiguamente muy conocido por albergar varias fuentes con propiedades medicinales. En unos tiempos en los que la farmacología pasaba por muchos remedios naturales, contar con elixires como un agua de propiedades curativas suponía un paso más en la calidad de vida de muchos zaragozanos. La Fuente de Fita, la de la Junquera, la de La Teja y la Fuente de la Salud, localizada en el antiguo balneario de la capital aragonesa, son las cuatro fuentes que poseía este distrito. Todas ellas se prevén señalizar en breve dentro del proyecto llamado Senda Verde, que incluye también el adecentamiento de las riberas del Huerva a lo largo de casi todo el tramo urbano del río, desde la desembocadura hasta Cuarte. Este recorrido incluye el distrito de Casablanca, pasando por el Ojo del Canal.
Los textos que incluirán los carteles son obra del divulgador ambiental Paco Iturbe, un experto en el tema que reconoce que estas fuentes "tuvieron una gran importancia en su tiempo, no solo a nivel local sino a nivel internacional, por sus propiedades". Sin embargo, "ahora son poco conocidas, incluso entre los propios vecinos de la zona", explica. De ahí que esta primavera se quiere organizar una ruta en la que darlas a conocer entre la ciudadanía.
Se trata de una de las iniciativas incluidas en la programación del 125 aniversario de la Fuente de Fita, que tiene lugar este año y que arrancó con una charla que tuvo lugar en Santa Fe en el pasado mes de noviembre. En ella se contaron curiosidades como que el agua de esta fuente se dejó de comercializar en los años 1970. "Tenía propiedades excepcionales, por ejemplo, estaba muy indicada para enfermedades de hígado. Los zaragozanos la idolatraban, incluso muchos asistentes a la charla me dijeron que todavía conservan las botellas en las que se vendía en las farmacias", explica Paco Iturbe. Así, se convirtió en uno de los purgantes y digestivos salinos más famosos de España, el Agua Fita de Santa Fe, de composición sódico magnésica, recomendada también para el reumatismo, el estreñimiento, la obesidad, la piel, los problemas de riñón, estómago y hemorroides. Igualmente, se tomaba como purgante y laxante y para depurar el organismo, para lo que se requería ingerir tres o cuatro cucharadas en ayunas.
En el año 1940, el agua de la Fuente de Fita fue declarada de utilidad pública y minero-medicinal. Fue entonces cuando la embotelladora que esta familia tenían en la calle Madre Sacramento de Zaragoza exportó gran cantidad de este agua a Europa, Filipinas, parte de África y Latino América. A finales de los 70, a causa de la competencia de los fármacos, se cerró el negocio y desde entonces, el manantial está abandonado.
En el caso de las aguas de la Fuente de la Junquera "deben sus propiedades medicinales a su composición sulfatado cálcica, siendo muy apropiadas para eczemas, enfermedades del riñón y regularización del intestino", dice Iturbe. Estas propiedades curativas han hecho "que fuera muy habitual que durante los años 50 y 60 se vieran filas de decenas de zaragozanos esperando para recoger sus aguas", comenta el especialista. Sin embargo, si a mediados del siglo XX su caudal era de 5 a 7 litros por minuto, "en los últimos años los efectos de la urbanización de la zona y los usos agrícolas han reducido drásticamente este caudal hasta convertirlo en inferior a dos litros por minuto, y en claro retroceso", apunta el divulgador ambiental. Además, aunque la composición química de las aguas "es similar, según los últimos análisis oficiales, sí que aparece una preocupante contaminación de nitratos", dice Paco Iturbe.
El entorno de Fuente de la Junquera fue a mediados del siglo pasado un lugar de esparcimiento vinculado al agua, dado que en él "se aunaban las propiedades medicinales del manantial con un espacio placentero como lugar de baño en el propio río Huerva", dice Iturbe. Muy cerca se localizaba la Fuente de la Teja, que hoy se conserva a modo de soto.
También muy conocida fue la Fuente de la Salud. "Desde plaza España partía un servicio de carruajes con destino a esta zona para beber agua y acceder al gabinete de baños" explica Iturbe. Este balneario, que contaba hasta con restaurante, se ubicaba en el Huerva, frente a la Fuente de La Junquera. Allí, los ciudadanos de la segunda mitad del siglo XIX se trataban de afecciones cutáneas y también ginecológicas. Hacia 1920 cerró y tan solo un hilillo de agua apenas imperceptible recuerda sus tiempos de gloria.