El edificio de Remar en el barrio zaragozano de Rosales del Canal no cuenta ni con las medidas básicas de protección para poder ser reutilizado. De hecho, ya se ha elaborado un proyecto para asegurar el edificio por casi 60.000 euros y que es solo la primera fase de las obras que se precisarán para poner en uso el edificio. El Ayuntamiento de Zaragoza compró este inmueble el pasado mes de febrero por 2,5 millones de euros a Remar, tras una fuerte oposición vecinal que finalmente impidió que se asentase en el barrio.

Estos trabajos, tal y como se advierte en el documento, son imprescindibles para asegurar el inmueble, que se encuentra en una situación "precaria", independientemente del uso que se dé al edificio. El equipo de Gobierno municipal ahora en funciones en su día planteó como opción adecuarlo como depósito municipal --el sótano concretamente-- trasladando allí los enseres que ahora se encuentran en la avenida de Logroño. También hubo peticiones para que se convirtiese en centro cívico, dada la falta de equipamientos que existen en esa zona sur de la ciudad.

Lo cierto es que a partir de ahora tendrá que ser la nueva corporación --tomará posesión el próximo sábado, 13 de junio-- la que decida el destino de este edificio y también la que adjudique el contrato menor por 59.985 euros para realizar las obras de seguridad que requiere y que constituirían solamente la primera fase de tres actuaciones para poner en activo el edificio al completo.

Sí constata el informe el estado en el que se encuentra el inmueble, edificado solo al 35% del total, es decir, solo la estructura y los cerramientos generales de las plantas --tiene sótano, baja y primera--, con una superficie construida total de 7.895 metros cuadrados. "Se trata de un edificio de grandes dimensiones que ha sido adquirido por el ayuntamiento en una situación precaria, sin que se hubiesen finalizado correctamente todas las partidas de las obras", relata el proyecto. El documento también constata que desde la Dirección de Arquitectura se ha reclamado la entrega de una documentación que pudiera ser considerada como final de obra, sin que se haya recibido "respuesta satisfactoria" por parte de Remar.

Los arquitectos que lo firman aseguran también que el edificio debe ser protegido para que no sea vandalizado ni se deteriore con el tiempo, además de tener que evitar que se produzcan accidentes por la invasión del inmueble sin permiso. Por eso, se establece como medida "imprescindible y urgente" la instalación de vallas metálicas que acoten el terreno.

También se plantea el cerramiento del edificio, tanto con muros como con puertas. Y de los huecos de ventanas y obras. Los trabajos más necesarios pasarían también por garantizar el acceso al transformador que hay entre las calles Wagner y Ravel, y proteger la estructura del edificio que se encuentra sin remates laterales.