Con el objetivo de prevenir la exclusión social y ayudar a la inserción laboral de las personas más necesitadas, se puso en marcha en junio del 2012 en Zaragoza Entrevecinos, un proyecto promovido por la FABZ y las asociaciones vecinales, y auspiciado y apoyado por el Ayuntamiento de Zaragoza, Eroski, Fundación El Tranvía, Cooperativas Agrarias de Aragón y donde también colaboran el Grupo Pastores, Yudigar, Panadería EcoMonegros, Panificadora Luisa y otras empresas privadas. Desde entonces, la iniciativa "ha tenido buena aceptación y la gente se ha sensibilizado con la población más necesitada, con el vecino de al lado", explican varios responsables del proyecto.

Entrevecinos es una experiencia centralizada por la FABZ, que se extiende a toda la ciudad de Zaragoza y se apoya en los voluntarios y colectivos vecinales, como factores claves en su funcionamiento. "Durante el tiempo que una persona participa en el proyecto le abastecemos de productos de primera necesidad, y tratamos de mejorar la empleabilidad de dichos usuarios del programa para realizar una búsqueda real de empleo", admite José Carlos Monteagudo, técnico de la FABZ y coordinador del proyecto. Para potenciar al máximo su inserción laboral se facilita el acceso a este tipo de productos a las personas que, participando en el programa, realizan una búsqueda activa de empleo y cumplen con el plan personalizado de trabajo que se le ha diseñado previamente.

Para participar en este proyecto de solidaridad vecinal se pueden donar alimentos no perecederos y productos de higiene y limpieza de primera necesidad, o dinero para financiar y potenciar las actuaciones de Entrevecinos. También hay campañas de recogida de alimentos que sirven para potenciar el programa. Esta aportación ciudadana se traslada a dos lugares físicos antes de su distribución: una tienda solidaria en la calle San Vicente de Paúl, en pleno Casco Histórico de la ciudad; y un almacén de mayores dimensiones en el barrio de San José.

DOS MOTORES ACTIVOS

Entrevecinos se sustenta sobre dos cimientos. "Este proyecto no podría salir adelante sin los voluntarios, que son imprescindibles ya que no disponemos de recursos financieros. Ellos son los que gestionan la tienda solidaria", señala Monteagudo. El grupo de voluntarios está formado por unas 20 personas, con una edad media de 55 años y perfil variado. "Tenemos jubilados y prejubilados, jóvenes que nos ayudan en el transporte de alimentos o personas que han trabajado en bancos, asistentes sociales y orientadores laborales", apunta.

Junto con los voluntarios, Monteagudo subraya la importancia que tienen en este proyecto las asociaciones de vecinos "como apoyos específicos y concretos en sus zonas de influencia". "En San José, la junta municipal nos cedió un local que hace de almacén, mientras que la asociación de vecinos nos ayuda con la logística y distribución de los alimentos". En este sentido, la AVV San José juega un papel clave en este "entramado" solidario, basado en tres cometidos: "aportamos voluntarios, difundimos el programa y servimos de apoyo logístico", reconocen desde el colectivo vecinal.