UN TRABAJO DE DOCUMENTACIÓN E INVESTIGACIÓN

Carlos Tarazona publica el libro premiado con el Félix de Azara 2022

‘Agua y Corriente. Cuando los ibones perdieron su nombre’ es el título de la obra

Roque Vicente y Carlos Tarazona, durante la presentación del libro. | DPH

Roque Vicente y Carlos Tarazona, durante la presentación del libro. | DPH

La Crónica

El nuevo libro de Carlos Tarazona Grasa ve la luz después de cinco años de trabajo de documentación, investigación y escritura de su autor. Es una obra autopublicada que consiguió el premio en categoría de Ayudas a la Edición de los Félix de Azara de 2022 que concede la Diputación Provincial de Huesca.

Durante su presentación, el presidente de la Comisión de Desarrollo, Roque Vicente, estuvo acompañando al autor, sobre el que ha destacó su «entrega, inquietud y perseverancia para desarrollar temas tan trascendentales para la provincia de Huesca y que sin embargo no han tenido reflejo en publicaciones, siendo una etapa muy desconocida de la historia reciente del Alto Aragón». Vicente también subrayó la «inspiración» que supone la figura del altoaragonés Félix de Azara, a quien le movieron inquietudes similares para dejarnos un legado de ingente trabajo de campo que quedó plasmado en diferentes libros.

Agua y Corriente. Cuando los ibones perdieron su nombre se fija en la primera mitad del siglo XX, cuando se llegaron a redactar numerosos proyectos y memorias para intentar aprovechar al máximo el agua de los diferentes cauces del Valle de Tena y también los de otros valles pirenaicos. El libro cuenta la segunda etapa de posguerra, entre 1946 y 1959, cuando se realizó un tremendo trabajo en la cabecera del río Gállego con el principal objetivo de producir energía eléctrica y suministrar hasta a cinco centrales. En total fueron veinte ibones represados, como son los casos de Respomuso o Bachimaña, y que en picos de trabajo llegaron a necesitar 3.000 personas de mano de obra, trabajadores que además de los locales, llegaron fundamentalmente de Andalucía y Galicia.

Como explica el autor, su voluntad ha sido siempre en la de centrarse «en el lado más humano de esta historia» porque a él le interesan «los testimonios de estas personas que en muchos casos llegaron incluso a perder la vida, con motivo de accidentes laborales y debido a la silicosis, una enfermedad derivada de la falta de condiciones de seguridad de la época que casi siempre fue silenciada».

Tarazona señaló «la mecanización prácticamente inexistente que había en ese momento» y se refirió a «las dificultades añadidas de la climatología pirenaica y sus difíciles condiciones».