Aznar tuvo que ver ayer --aunque fuera en su televisión pública-- la realidad de las calles de Aragón, de España y de todo el mundo. Ha quedado demostrada cúal es la voluntad del pueblo, la que deben de plasmar los políticos. Pero también el divorcio entre la sociedad y su presidente. El reclama fe a la calle y ésta no se la da. Si sigue haciendo oídos sordos será que él tiene más fe en Bush que en su pueblo. Y eso es grave.