El viceprimer ministro británico, John Prescott, aclaró ayer, por fin, la situación: Sadam Husein habría podido ser desarmado "sin disparar un solo tiro", si no hubiera sido por la "intransigencia de Francia", que se negó a aceptar la nueva resolución presentada ante el Consejo de Seguridad para dar luz verde al uso de la fuerza militar contra Irak.

Es decir, el frente de la paz --Francia, Rusia y Alemania-- es culpable de la guerra que va a estallar en unos pocos días, por no plegarse a la exigencia de EEUU, el Reino Unido y España de que se diera legitimidad internacional a un ataque "preventivo" contra el régimen de Bagdad. Además, este sofisma no era un lapsus del número dos del premier Tony Blair, sino que el mismo razonamiento fue empleado por otros protagonistas del eje bélico para justificar el fin de toda vía diplomática y toda solución pacífica. El propio secretario de Estado, Colin Powell, reconoció: "No se me ocurre nada que Sadam pudiera hacer, diplomáticamente", para evitar la guerra. "Ese periodo ha terminado".

Sólo sirve el exilio

En resumen, como diría poco después el propio presidente norteamericano, George Bush, en su discurso televisado a la nación, la invasión de Irak sólo podría evitarse si Sadam aceptase el exilio --junto a todos sus colaboradores-- y dejase paso libre hasta Bagdad a las tropas de EEUU, para que impusieran un nuevo régimen en Irak. Nunca antes se había expuesto tan claramente --en las relaciones internacionales-- el propósito de derrocar a un gobernante por la fuerza de las armas. Aunque tampoco hasta ahora Bush había puesto en práctica su doctrina de "seguridad nacional estratégica", según la cual es lícito lanzar "ataques preventivos" contra cualquier país que él juzgue como amenaza potencial para los intereses de Washington.

La guerra había sido decidida mucho antes de que fracasara en el Consejo de Seguridad la supuesta "última oportunidad" diplomática que dijeron ofrecer, tras su cumbre de las Azores, Bush, Blair y el presidente del Gobierno, José María Aznar. Porque los jefes de los inspectores de desarme recibieron el consejo de que retirasen a su gente de Irak en la misma noche del domingo, recién acabado el encuentro tripartito del eje belicista y muchas horas antes de que se plantease en Nueva York el ultimátum a la ONU.

Dimisión de un ministro

Pese a todo ello, el fiscal general británico, lord Goldsmith, emitió ayer un dictamen inequívoco: "La autoridad para usar la fuerza contra Irak emana del efecto combinado de las resoluciones 678, 687 (anteriores a la guerra del Golfo de 1991) y 1441", que se aprobó en noviembre y advertía de "graves consecuencias" en caso de que Sadam incumpliese sus compromisos de desarme.

Un dudosos veredicto del que disienten casi todos los juristas en Derecho Internacional, pero que Blair necesita desesperadamente, ante la creciente rebelión contra la guerra en el seno de su Partido Laborista. Ayer mismo sufrió la primera baja en su Gobierno con la dimisión del ministro de relaciones con el Parlamento, el leader de los Comunes y exministro de Exteriores, Robin Cook, quien explicó: "No puedo apoyar una acción militar en estas circunstancias". El mes pasado, 122 diputados laboristas desafiaron la política belicista de Blair. Y se estima que desde entonces se han sumado otros 40 al campo rebelde .

Turquía cede ante EEUU

En cambio, Turquía sugirió ayer que estaba dispuesta a autorizar el paso de los 62.000 soldados norteamericanos hacia el frente norte de Irak. Algo que el portavoz presidencial, Tacam Ildem, presentó como "dar pasos urgentes para preservar los intereses nacionales turcos", por encima de la autoridad del Parlamento, que rechazó la petición del Pentágono, y de la opinión pública de Turquía, que se opone a la participación en la guerra por un masivo 90%, según todos los sondeos.

Está claro que esta guerra estallará a pesar de enfrentarse a la más unánime oposición popular de la historia, sobre todo en los países cuyos gobiernos han decidido subirse al imparable tren bélico de Bush. Pero esa alianza con los halcones de Washington tendrá graves consecuencias políticas en Europa.