Los profesionales relacionados con la seguridad en el agua recomiendan no bañarse ni en ríos ni en pantanos, aunque, en caso de hacerlo, que sea siguiendo a rajatabla una serie de consejos. El alto grado de contaminación que alcanzan estas aguas en época estival, la suciedad y turbiedad de las mismas y el hecho de que se trata de cauces naturales, y por lo tanto impredecibles, hace obligatorio el seguimiento de unas normas para que la actividad de recreo no se convierta en una tragedia que, desgraciadamente, cada verano se cobra bastantes vidas.

"El peligro de ahogamiento en estas zonas es muy grande, porque existen corrientes, pozas y vaguadas que no sólo no se ven, sino que llevan arrastrando ramas y todo tipo de materiales, incluidos cristales. Además, en verano, al bajar el nivel, no existir fluidez y sí estancamientos aparecen brotes infecciosos. Una cosa es tomar el sol y otra muy distinta bañarse", asegura Carmelo Ríos, instructor jefe de buceo de los Bomberos y director técnico de la Federación Aragonesa de Salvamento y Socorrismo.

DE RIOS Y PANTANOS Sin embargo, hay que distinguir entre lo que son ríos de montaña, embalses o ríos urbanos como el Ebro. "El río de montaña es muy frío, por lo que hay que respetar los horarios de digestión y entrar poco a poco al agua, mojándose la nuca y las manos. Además, debido a las corrientes y pozas, hay que limitarse a las zonas conocidas e ir acompañado siempre de un guía. Y sobre los pantanos, son lugares para practicar actividades náuticas y no para bañarse. Son muy peligrosos y en ellos es fácil desaparecer en un segundo sin volver a ser visto", añade este profesional que lleva más de 30 años en el mundo del agua.

La recomendación es acudir a las zonas habituales de baño con otros bañistas y "no ir nunca por encima de las posibilidades de cada uno, porque la naturaleza es siempre la más fuerte".