Ni yo, para que les voy a engañar, ni ninguno de los que estaban a mi alrededor en la grada del estadio vienés quisimos celebrar nada a falta de un minuto para el 93, que habían decidido alargar. Ese sufrimiento y, a la vez, esas ganas de saltar al campo a abrazarles, debieron de esperar porque estabamos jugando contra Alemania, tricampeona de Europa y del mundo. Esas cosas se viven mal desde el palco, o no se viven, y la verdad es que fue maravilloso asistir, rodeado de los tuyos, de todos, el triunfo de España. Un triunfo a lo grande.

1 La culminación de un plan perfecto

La selección española no ha ganado de una forma cualquiera, vulgar, común, ajena al fútbol español. España ha ganado con estilo, con el mejor estilo mostrado en esta Eurocopa por selección alguna. Puede, solo puede, que Holanda estuviese a la altura de España en ese sentido, sí, pero jamás tuvo el espíritu competitivo que han demostrado Casillas, Xavi, Iniesta, Torres y compañía.

Ganar con estilo es importante. Cierto, se recuerda más al campeón de cómo lo logró, pero hoy medio mundo hablará del juego español, de esa idea concebida por Luis Aragonés, de ese plan diseñado a conciencia, de esa elección meticulosa de los jugadores y de ese concepto de jugar por y para el balón.

Puede que, desde ese punto de vista, esta España, la que deja Luis, tiene, sí, rasgos de la mejor Holanda y, por supuesto, algún punto de contacto --y no lo digo solo por Puyol, Xavi o Iniesta-- con el mejor Barça, el del dream team, aunque aquel tenía, tal vez, más extremos, más despliegue por las bandas.

Es una selección, una propuesta, un estilo que no se fundamenta en la corpulencia física de sus jugadores. Todo el juego, todo el fútbol, parte del buen trato del balón.

2 Misión cumplida, ya no hay mitos

Descartar mitos. No enterrarlos, unirlos, juntarlos, colocarlos en su sitio. Terminar con esa leyenda, odiosa, de que no sabíamos conquistar otro título grande como aquel de Marcelino del 64. Ya está, ya lo tenemos, ya está aquí. ¡Y bien ganado!

Esta magnífica y joven selección no solo ha logrado eso, también ha conseguido hacerlo con lujo. Es mentira que España y su fútbol no pudiese o no supiese. España y su fútbol persiguió, a lo largo de muchos años, una gesta así. Y la hizo con buenos jugadores, con futbolistas bienintencionados. Y lo hizo con más o menos suerte pero, de la misma manera que Thomas Edison tardó años en inventar la bombilla, el fútbol español ha tenido que esperar varias décadas para coronarse de nuevo rey del Viejo Continente.

No olvidemos, y menos ahora, que esto es un deporte y que de la victoria a la derrota hay un hilo muy fino, demasiado. En esta misma Eurocopa hemos asistido a casos y momentos impensables, a selecciones que estaban casi eliminadas (Italia o Turquía) y que han resurgido, a equipos que prometían mucho (Holanda) y han perdido, a equipos-revelación (Rusia) que han sucumbido.

3 La herencia de Luis Aragonés

De nuevo se escondió, de nuevo cedió el protagonismo a sus jugadores, de nuevo tuvieron que estirar de él --especialmente Xavi Hernández-- para que participase de la fiesta. Luis Aragonés deja la mejor herencia y, lo que es aún más admirable, una extraordinaria selección y un concepto de fútbol inmejorable.

No hay nada mejor para conocer el alcance de este logro que vivir la final entre la gente, en la grada, sea en Viena o en Bilbao, en el Prater vienés o en San Mamés. Porque si estás ahí detectas que esta selección transmite ilusión y alegría, genera complicidad e, incluso, te propone un sueño que yo, ahora que estoy celebrando con ustedes este gran título, no pienso alargar hasta el infinito. Tiempo habrá de soñar.

Y todo eso ha sido obra de este sabio al que muchos regatearon conocimientos. Ha sido él quien ha insistido en el modelo. Mejor aún, ha sido él quien ha elegido a los hombres con un sólido criterio y quien, con mano firme pero con guante de seda, es decir, con fortaleza y cariño, los ha hecho campeones. Por una vez y sin que sirva de precedente ésta es, sí, la selección de Luis Aragonés. Y es campeona.