Según explicaron a este diario fuentes municipales, "la incorporación de una carretera a la trama viaria urbana supone un proceso de transformación de la infraestructura profundo, ya que hay que instalar servicios, crear aceras y remodelar todos los espacios libres". Esta reconversión de una calzada interurbana en un vial urbano es altamente costosa y suele ir acompañada de "una gran incidencia en la movilidad urbana". Además, "en ocasiones existe una dificultad añadida por la necesidad de ocupar suelos privados para llegar a las alineaciones del Plan General, terrenos que, por otra parte, deberían cederse cuando el proceso de transformación urbana de los mismos, a través de los mecanismos adecuados de Junta de compensación o similares, se llevase a efecto". Una tramitación que agrava las diferencias económicas.