Los límites de velocidad son elásticos. No puede ser de otra forma, pues los radares adolecen de un margen de error que puede ser del 10% e incluso superior. Además, los velocímetros de los vehículos de motor pueden ser inexactos. Ambos factores se combinan para que muchos conductores no sepan hasta qué punto pueden rebasar los límites de velocidad sin que se dispare el cinemómetro, máxime si la regulación de estos aparatos varía según la administración.