Han sido ocho meses demasiado largos". Estas palabras son las más repetidas por los comerciantes de Gran Vía, quienes, cuando quedan pocos días para que se reabra al tráfico esta arteria principal de la ciudad, lamentan los efectos devastadores que ha tenido en sus negocios las numerosas molestias que han venido soportando desde aquel 9 de noviembre en el que las máquinas y las vallas de las obras del tranvía ocuparon el espacio de peatones y vehículos. Aseguran que sus ventas han descendido "en torno a un 50% de media" y aunque haya sido de forma desigual en unos comercios y otros, son varios los que estiman que "la caída ha alcanzado el setenta por ciento".

Mientras esta semana los operarios de Acciona y FCC daban los últimos remates al pavimento, y con la calzada asfaltada y señalizada desde hace días, los comerciantes aguardan la apertura al tráfico, aunque consideran que será un "estreno a medias". Así lo comentaba el presidente de la asociación Atranza, Armando Fernández, quien destacaba que "el bulevar seguirá cerrado y con él la barrera que separa ambos lados de la calle y que disuade a muchos clientes de comprar en su establecimiento habitual". Por eso pide al consistorio, como todos los comerciantes, que "se habiliten pasos intermedios para que los vecinos puedan cruzar de un lado a otro sin tener que dar una vuelta de 400 metros".

SORPRESAS Los propietarios admiten que "es complicado establecer una valoración global" sobre cómo ha afectado a los comercios tener cerrada la Gran Vía zaragozana durante más de medio año, pero todos coinciden en que "se han superado las previsiones más pesimistas". Así lo destacaba Mariano Bergua, gerente del hotel Gran Vía, uno de los establecimientos más afectados durante el cierre --"teníamos que dar constantemente indicaciones para llegar hasta aquí y muchos acaban optando por ir a otros hoteles", comentó-- y también lo será después, ya que no van a tener ni plazas para estacionamiento temporal (el ayuntamiento se las ha ofrecido en otras calles próximas) ni un acceso directo desde Alférez Provisional.

Bergua y el resto de comercios del entorno destacan la imposibilidad de acceder a Doctor Cerrada como una de las "sorpresas" con la que no contaban antes del cierre de Gran Vía y con la que ahora tendrán que convivir. Con lo que sí contaban era con que habría un solo carril de circulación y genera muchas dudas aún sobre su efectividad, al igual que el bordillo que separa la zona de tránsito de vehículos de la plataforma del tranvía.

Mientras, de los siete últimos meses queda el malestar por las afecciones sufridas: los cortes de agua y luz, la estrechez de la acera, el ruido, el polvo y las quejas de los clientes. Pero sobre todo mantienen el malestar por no recibir ayudas y porque a algunos negocios les ha supuesto el cierre forzoso a años de actividad.